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Refranero

viernes, 27 de julio de 2012

Capítulo 56: Exclusiva en InTouch


Capítulo 56: Exclusiva en InTouch
En la consciencia de mi inconsciencia, escuchaba una voz que me llamaba. La podía oír con total calidad, como un sutil susurro en el oído. Sin embargo, no lo era. Nada más lejos de la realidad. Sonaba angustiada, mucho, como nunca antes la había escuchado. Cada sílaba que pronunciaba esperando sin éxito una respuesta por mi parte era una cruel tortura. Lo notaba a pesar de no poder despertar. Quería responder, quería decirle que no se preocupara, que estaba bien, que no había nada que temer. Lo deseaba con toda mi alma. Porque su sufrimiento era mi sufrimiento. Era como una escalofriante pesadilla. Saber que estás dormido, ser consciente de todo lo que pasa a tu alrededor, del dolor que causa tu estado a los demás, y no poder hacer nada por evitarlo. ¿Así se siente la gente en coma? No quería ni imaginármelo. Porque querer y no poder dar mucha impotencia

Empecé a llorar desconsoladamente… Irónico. No podía hablar pero si llorar. Una ansiedad fatal inundaba todo mi ser. ¿Por qué no podía despertar para calmar su dolor? Podía escuchar mi llantina a pesar de que sólo era capaz de ver una infinita nada. Me volvió a golpear una nueva ola de rabia. De pronto sentí que me incorporaban y me abrazaban con dulzura y delicadeza. Unos brazos me rodearon y unas manos empezaron a recorrerme la espalda nerviosamente mientras nos balanceábamos en un intento de aproximación. Seguía llorando sin parar, no podía evitarlo, pero mi alma ya estaba en paz. Su voz, sus palabras, él. Me decían que no me preocupara, que todo estaba bien, que no había nada que temer.

Poco a poco volví al estado consciente. Ya no lloraba, sólo se me escapaban algunas lágrimas sin motivo. Ya todo estaba bien, no tenía por qué preocuparme, no había nada que temer. Bryce, que me estaba abrazando fuertemente contra sí, me lo había dicho. Estábamos sentados e el suelo. Yo temblaba. Había recordado todo lo que había pasado hace unos instantes. TODO. Peto a pesar del sofocón, que seguía en mi cuerpo invadiendo todos mis actos involuntarios, no tenía miedo. Levanté mis brazos y rodeé con ellos la espalda de Bryce. Eran muchas veces en las que había sentido unas ganas irrefrenables por abrazarlo y tenía que ser así, en estas condiciones y por estos motivos. Por fin pude ver. Al principio estaba todo borroso, pero con apreciar medianamente su rostro, para mi era suficiente por ese momento. Verlo de nuevo me puso muy sensible.

-¡Oh Bryce! ¡No sabes cuánto temía que te pasara algo! –Dije ocultando mi cara en su pecho, era demasiado alto para apoyar mi barbilla en su hombro.
-¡me has dado un susto de muerte! ¡No vuelvas a hacerlo más! ¡Creía que te habías… -Y no terminó la frase. Lo que imaginaba que iba a decir a continuación debía causarle un dolor tal, que sólo de pensarlo, su sistema cerebral de no auto-provocarse daño entró en acción para olvidar aquella idea.

Fue ahí cuando me di cuenta de que Bryce en ningún momento había temido por él, sino por mí. Y también fue ahí cuando me di cuenta de que yo tampoco había temido en ningún momento por mí, sino por él. Sus manos cesaron su recorrido por mi espalda y me acercó más a él en un profundo abrazo. Me rodeaba por completo y aun así podía llegar a tocarse los codos con las manos. Supe entonces cuánto temía perderme.

-¿Qué ha pasado con aquél tipo? –Dije buscándolo con la mirada después de cinco minutos en los que no pude pensar. Habíamos estado todo ese tiempo abrazados sin decir nada, en el suelo, sin pensar, sólo sintiéndonos, él a mí, yo a él. Aquel momento era sencillamente perfecto. Nada sobraba, nada nos perturbaba. Ni el lugar ni lo que había pasado. Solos él y yo.
-Cuando te disparó, antes de reaccionar, mi cuerpo actuó solo. Me abalancé sobre él y le asesté el golpe del corazón. No podrá despertarse en varios días. –Entonces lo vi, estaba tendido e el suelo, bocabajo, inmóvil, al lado de la máquina de tickets. Me estremecí. No por el tipo, que también, sino porque cuando Bryce dijo que me disparó, fui consciente de las señales que mandaba mi cuerpo. Tenía la mejilla abrasada, quemada y palpitante. Me llevé de un sobresalto los dedos a la cara, pero Bryce me lo impidió. Fue más rápido que yo.
-No te toques o se infectará. –Dijo mirándome con ternura. En profunda calma y tranquilidad. Como si se hubiese quedado sin fuerzas al comprobar que me encontraba bien y estaba sana y salva. Los efectos que te produce la adrenalina cuando te abandona. –Ahora que sé que estás bien, amos a ir a que te curen la herida. Ha estado cerca. –Nos mirábamos directamente a los ojos.

Me recogió el pelo en la oreja del lado donde había tocado mi cara la bala. El izquierdo. Realmente estuvo muy cerca. Me acarició la mejilla por alrededor de la zona quemada. El mero contacto con su piel calmaba el dolor física sorprendentemente. Me estremecí otra vez. Lentamente iba dándome cuenta de cosas, y en ese momento fue de su olor.

-Menos mal que alargué la  vara de metal en un acto reflejo –comenzó a hablar mirándome entornando los ojos y recorriendo con ternura mi cara con sus dedos. Cerré los ojos. –Creo que eso desvió la bala el milímetro justo para no darte… Y pensar que fue cuestión de suerte… –Y abrí los ojos. Vi la vara en el suelo, a su lado, tenía una muesca limpia en la afilada cuchilla. Reluciente, recién hecha. Si la hoja hubiera sido más gruesa, incluso podría haberme visto reflejada en la muesca. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Bryce con su otra mano me cubrió toda la mejilla derecha y me dirigió la cabeza con cuidado para encontrarse con mi irada. Con las dos manos empezó a secarme las lágrimas, que todavía no se habían secado. –Te he recuperado hace demasiado poco tiempo como para perderte tan pronto. –Miraba sus labios moverse mientras pronunciaba eso. Quería besarlos. Necesitaba besarlos. Y una vez más recorrió con su pulgar el camino de mis lágrimas. Comenzó a aproximarse lentamente. Cerrando los ojos en el trayecto de la distancia que nos separaba, cada vez más pequeña. Yo cerré los míos también. Pronto comencé a notar su aliento cayendo sobre mi nariz. ¿Mi nariz? Me besó en los ojos con amor. Por un momento me desilusioné. Mis labios reclamaban los suyos. Pero también fui muy feliz. Aquello había sido sencillamente perfecto y único. –Había olvidado el sabor de las emociones. –Dijo levantándose del suelo sin soltarme de la mano y llevándose un dedo con al otra a los labios. Meditativo, había saboreado el gusto de mis saladas lágrimas.  Me ayudó a levantarme y lo hice.
-¿Cuándo fue la última vez que lloraste? –Sí, era una pregunta indiscreta y fuera de lugar, pero se me había ocurrido y quería hacérsela. Pero en el justo momento en que se giró a mirarme aparecieron los guardas de seguridad del parking. A buena hora.
-¡¿Qué han estado haciendo todo este tiempo? ¿Es que no prestan atención a las cámaras de seguridad? ¿O la oscuridad del sótano les impedía ver lo que estaba pasando a través de ellas? –Bryce hablaba elevando la voz. Estaba muy indignado, dolido, molesto y alterado. -¡Podría haber muerto! –Dijo señalándome a mí.

Los guardias se disculparon diciendo que no se dieron cuenta. Bryce les echó otra bronca y la cosa quedó en que ellos se encargarían del tipo. Que ya habían llamado a la policía y que venía en camino. Todo estaba grabado en las cámaras de seguridad, que sería usado como prueba incriminatoria para acusar al tipo. Pregunté si  por casualidad no tenían un botiquín en la oficina de los guardas. No, no tenían. Cosa que no me extrañó. Pero lo que sí lo hizo fue cuando Bryce dijo que él tenía uno en su coche. La respuesta cuando le pregunté que por qué tenía uno fue que se metía demasiado en líos como para no llevarlo. Me reí ligeramente, tenía razón. Fue él el que me curó la cara. Se empeñó en hacerlo él mismo. Yo no volví a discutírselo. Estaba encantada. Con especial habilidad me limpió con agua oxigenada la zona de la herida y me la vendó. Incluyendo la del cuello. Aquella aguda raja que me daba escalofríos mover. Sin embargo, Bryce lo hizo con un cuidado especial, que ni lo sentí apenas.

-Es una herida profunda. Se ha comido mucha carne. Espero que no te quede una cicatriz. –Dijo dejando caer los ojos totalmente desanimado y sintiéndose culpable. No podía permitir verlo así un segundo más.
-¡No pasa nada! ¡Así cada vez que me mire al espejo me acordaré de que, por muy chunga que sea la situación, siempre consigo salir victoriosa! –Dije poniendo los brazos en jarra y obligándome a mí misma a no desanimarme por eso. –Dentro de todo lo malo siempre hay algo bueno, la cuestión es encontrarlo. –Sonreí amigablemente. Bryce se me quedó mirando con los ojos muy abiertos. Alargó la mano y me revolvió el pelo cariñosamente para taparme la cara con unos mechones.
-No digas eso o sino será entonces cuando todas las desgracias posibles te sucedan. Ya te he dicho que no tientes a tu suerte. De esta te has escapado por pura chiripa. Una milésima de segundo más tarde o un milímetro más separado y estarías ahora dentro de una bolsa. –Dijo de camino al maletero para guardar el botiquín de urgencias. Ahora bromeaba. Sí, ahora todo parecía un chiste. Una anécdota más para la lista. Pero antes no podía ni imaginárselo. No podía evitar no ser así, y yo no podía evitar que me gustase.
-¡Nah! Como mucho con el rostro tapado por un pañuelo y tú llorando o vengando mi muerte. Porque hasta que no llegase la ambulancia, nada de bolsa. –Dije yo también bromeando sobre el tema. Es gracioso, pero se puede hacer un chiste prácticamente de todo.
-Jajaja. ¡Las cosas que tienes! Pues seguramente estaría agradeciendo haberme librado de mi trabajo de guardaespaldas a tiempo completo. ¡Siempre atrayendo problemas! No sé como lo haces. –Y se apoyó sobre el capó de su coche tras guardar el botiquín en el maletero. Yo estaba colocada frente a él. Me fijé en que los guardas de seguridad, que estaban intentando reanimar al atracador sin éxito, nos miraban raro. Como si bromear sobre mi situación al borde de la muerte nos convirtiera en locos de remates. Y en realidad no nos convertía, lo exteriorizaba. Me hizo gracia.
-Sí, sí, tú dirás eso. Pero primero, que te encanta sacarme de ellos, y segundo, que la mayoría son por tu culpa. ¡Guapo! –Y me crucé de brazos para expresar que no cambiaría de opinión. Bryce me miró consternado, exagerando sus gestos faciales para mostrar desacuerdo e indignación. –Seguro que mi vida sería más pacífica si por caprichos del destino no hubiera estado justo en el sitio y la hora del atropello aquel hombre en la carrera de coches. Así tú no te habrías fijado en mí ni yo en ti. –Y exageré el tono de voz para que supiera que bromeaba. Adoraba aquel momento en que nuestros caminos se cruzaron.
-Mira, guapa –empezó hablando con retintín. Imitando mi forma de hablar de antes. –Primero, tu vida no sería más pacífica, sería más aburrida. Segundo, yo no me habría fijado en ti, pero tú en mí sí. Es imposible no hacerlo. –Decía mientras hablaba escondiendo una sonrisa que se descubría en su mueca torcida hacia un lado. –Y tercero, nuestros destinos ya estaban unidos mucho antes de ese día. –Y torció una pícara sonrisa. Había hablado con la misma chulería de sobrado de siempre, pero ahora eso empezaba a gustarme, y mucho.

Los guardias de seguridad se acercaron tras haberse rendido en el intento fallido de reanimación al atracador. Nos dijeron que no nos preocupáramos, que podíamos irnos y que podíamos poner la denuncia en otro momento. No teníamos que esperar a la ambulancia porque ya no la necesitábamos. Y así hicimos. Quedamos en ir mañana a la comisaría de policías, sin hora, cuando pudiéramos. Nos montamos en el coche dirección casa de Ashley y hasta que no me vi fuera de aquel siniestro lugar no me quedé tranquila.

-Valeria, esto está muy triste así. Parece que nos haya pasado algo muy grave. –Dijo Bryce tras un minuto escuchando una odiosa canción en la radio. Era insufrible. No la conocía y hubiera preferido seguir ignorando su existencia. No tenía estribillo, era una continua y aburrida monotonía. –Pon el volumen a tope con otra emisora. –Y me señaló dónde cambiar.

Casualmente encontré la canción “Ironic de Alanis Morisette” comenzando a sonar. Irónico… Estaba en remix. Miré a Bryce y con un asentimiento de cabeza le dio el visto bueno. Condujimos escuchando la radio a todo volumen. Aquello no era contaminación acústica, aquello era un arma contra la salud colateral. En poco tiempo estábamos pulsando el timbre de la mansión de Ashley para que nos abriera las rejas y pasar dentro con el coche. Llegamos demasiado pronto para mi gusto. Miré la hora. Las ocho y media… ¿Llegaba treinta minutos tarde y no llamaban para saber cómo estaba? Para qué dije nada, en ese momento comenzó a sonarme el móvil. Era mi madre… Estábamos entrando con el coche en el camino pavimentado del gigantesco jardín de la casa de Ashley me estaba perdiendo las vistas.

-¿Sí mamá? –Dije al descolgar. Intenté camuflar la voz para que no se me notara que llamaba en muy mal momento.
-Valeria, ¿por qué no llamas nunca? ¡Siempre soy yo la que lo hace! Has acabado los exámenes y no me has llamado siquiera para decirme cómo te han ido. Ay que ver que siempre tengo que ser yo la que esté pendiente. –Por eso mismo no tenía ganas de hablar, porque tendría que contarle toda la historia… Puse los ojos en blanco, Bryce me miró y se rio. Claro, él nunca ha pasado por eso. Debía ser nuevo para él.
-Porque no los he acabado hoy todos. Me queda el de las prácticas. No pude hacerlo por un problemilla que surgió. Es una larga historia, ya te contaré cuando nos veamos. –Dichoso trío… Como mi madre no se olvide de preguntar por eso, voy a tener que contárselo y aguantar su excesiva y asfixiante preocupación en meses.
-Bueno, ¿entonces cuando vas a venir a casa? Porque mañana no podrás, ¿no? –Preguntó desilusionada.
-No. Seguramente vaya el lunes, cuando acabe el examen. Espero que me lo haga ese día. –Y cambié de tema rápidamente tras ver un fugaz brillo en los ojos de Bryce ¿Qué había pensado? -¿Y papá, Alex y el abuelo? –Esperaba que no me quedara muy descarado, o al menos que funcionara.
-Ahí sentados los tres en el sofá. Hoy hay partido de béisbol. Ya sabes que no hay quien los mueva de ahí hasta el descanso.
-Bueno, ya te mando un mensaje para decirte lo que hago cuando lo sepa. Un beso mamá. Salúdalos de mi parte. –Y tras repetirme varias veces que no me olvidara de informarle, que no dejara pasar lo del examen, que es importante y demás cosas que ya sabía que tenía que hacer. Colgué. Cuando fui consciente de lo que había a mi alrededor, ya estábamos en la puerta de la casa. Bryce apagó el motor del coche y se me quedó mirando. La música seguía encendida, pero mas baja, había bajado el volumen cuando llegamos a la casa.
-¿No vas a despedirte de mí antes de entrar? –Dijo tras un tiempo de silencio en el que no sabíamos qué hacer. Ahora entendí por qué me miraba tanto… Me quedé sin saber qué hacer. Vacilé un momento y hablé.
-Claro, gracias por traerme. Ya hablaremos para lo de la denuncia. –Se lo solté con total frescura. Quería ver su reacción. En ningún momento pensé en despedirme así.
-¿Eso es lo que le dices al chico que te ha salvado la vida? –Se le veía divertido con la situación. Sabía que estaba bromeando. Levantó las cejas y me miró sonriente.
-Sacarme de apuros está ya sobrevalorado. Vas a tener que acostumbrarte si quieres pasar tiempo conmigo. –Lo desafié divertida. Incluso adquirí una posición “guay”. Para hacerme la interesante. Apoyé el brazo derecho en el salpicadero.
-Como suponía. Imagino que viene el pack completo. –Y en ese momento escuché unos cuchicheos. Miré hacia atrás y me vi arriba de las escaleras de la entrada a Karem y Ashley en pijamas murmurando sobre nosotros. Me corté de vergüenza.
-Nos están mirando. –Dije girándome lentamente y encogiéndome en el asiento.
-Y yo esperándote. –Respondió inflexible. No sabía qué hacer. Ashley me salvó. Llamó a la ventanilla del coche y Bryce se la bajó pulsando un botón.
-Habéis tardado mucho. Estábamos preocupadas por vosotros. ¿Os ha pasado algo? –Ashley hablaba con esa cautivadora voz suya de siempre. Ni las sirenas del viaje de Ulises atraían tanto. Bryce y yo nos miramos y empezamos a reírnos sarcásticamente. Sin parar. -¡Oh! ¿Qué te ha pasado en la cara y en el cuello Valeria? –Se horrorizó por un momento.
-Jajaja. ¡Nada fuera de lo normal! Casi me ahogo en el estanque del patio, tres chicas me tendieron una trampa y estuve a nada de ser expulsada de la universidad, Bryce me ha salvado la vida cuando estuve a punto de recibir un disparo y nada más… ¡Ah sí! ¡Hemos alquilado dos películas! –Dije por fin al calmarme un poco. Bryce seguía riéndose todavía contagiosamente. Como se dice en mi pueblo… se estaba descojonando.
-Creo que tenéis muchas cosas que contarme, -respondió Ashley divertida por la situación. Se le había contagiado la risa pegajosa de Bryce. Yo también me estaba riendo. Era lo más bello que había escuchado nunca. –Anda, quédate a cenar Bryce. Es una fiesta de pijamas pero creo que todas queremos que te quedes. –Dijo Ashley guiñándome un ojo. Me dio un vuelvo el corazón. ¿Se olería algo? Espera… ¿olerse el qué? Si no hay nada entre los dos…
-Vale, vale, voy a aparcando el coche. –Es que es tan distinto de Aaron… Seguro que él habría dicho que si molestaba o algo… Y él a la primera ya se apuntaba. Era un cara dura. Y me encantaba.

Cuando salimos del coche a Bryce le quedaba todavía un eco de risa. No dijimos nada desde entonces. Entramos en la gigantesca mansión blanca y llena de enormes ventanales que llegaban del suelo al techo y caminamos hasta el salón. No era como estos de los ricos que tienen el comedor aparte del salón. Era un salón comedor muy acogedor, eso sí, por todo lo alto. La decoración era exquisita, de muebles en un tono muy claro de madera. Objetos decorativos azules y rosas repartidos por toda la habitación en perfecto conjunto. Las sillas y el mantel eran blancos. El gigantesco sofá de infinitas rayas en colores pastel. Y no tenía tele… tenía pantalla de cine que aparecía y desaparecía con sólo pulsar un botón. Las cortinas eran blancas y sedosas. Los ventanales ocupaban toda la pared. Cuadros de paisajes. Suelo de mármol. Alfombra azul bajo la mesa baja del té... ¿Se puede enamorar una persona de una habitación? Era sencilla y espectacular.

-Imagino que querréis ducharos antes de comer. Voy a pedir que os lo preparen. –Nos ofreció Ashley saliendo por la puerta sin ni siquiera esperar nuestra respuesta. Yo dejé la mochila en el suelo al lado del sofá, tal vez no era el mejor sitio, pero estaba tan encandilada por el salón, que no podía ni pensar dónde era el adecuado.

Chica lista esta Ashley no preguntarme, yo por no abusar habría dicho que no importaba, ahora si me lo imponía no tenía otro remedio. Bryce se sentó tan pancho en el sofá en la esquina con reposa pies, Karem volvió a la mesa donde había frutos secos, que los habrían estado comiendo esperándonos y yo me quedé de pie observando anonada aquella maravillosa habitación. Era más grande que mi casa al completo. Mucho más. Me estuve fijando en cada minúsculo detalle. Estaba todo en tan perfecta armonía que no podía parar de admirarlo. Era una obra de arte.

-¿Qué te ha pasado en la cara y en el cuello Valeria? –Me preguntó Karem extrañada. A penas la escuché. Seguía inmersa en mi mundo.
-Es una historia larga. Ya te lo contaré durante la cena. –Dije sin dejar de observar ni un momento un detalle de la habitación. –No te preocupes, todo está bien.
-Ya están los baños listos. –Fueron las palabras amables de Ashley las que me sacaron del ensimismamiento. No sabía cuánto tiempo había pasado observando aquella habitación. Ella estaba apoyada en el marco de la puerta mirándome divertida. -¿Te gusta Valeria? –Y clavé los ojos en ellas.
-Sí, me encanta todo. Es preciosa. -Estábamos hablando de la habitación, ¿no? Que a lo mejor en mi desconexión había empezado un tema sobre otra cosa…
-¿A cuál de todos voy yo? –Dijo Bryce. Cuando me di cuenta, ya estaba pasando por mi lado dirección al pasillo. Estaba a sus anchas, vamos. Y me encantaba ver que después de tanto tiempo separados la relación siguiera igual de estrecha. Eso es la amistad, claro.
-El del ala norte. Quiero que Valeria pruebe el de hidromasaje. –Y Ashley me miró sonriente. Yo no supe como mirarla. Ya había probado los chorros de agua a propulsión del jacuzzi de Alan. Y me enamoré de ellos. Casi pongo cara de obsesa al pensar que iba a probarlos de nuevo.
-¡Espero no quedarme dormida con el poder relajante de los chorros de agua! –Empecé a reírme. Me imaginé muriendo ahogada escurriéndome dentro del agua en la bañera, dormida por el hidromasaje.
-Si necesitas que alguien esté allí contigo vigilando que no te pase eso… -Empezó hablando Bryce para dejar la frase en el aire. Ahora él también estaba apoyado en el marco de la puerta clavando los ojos en mí.
-No gracias Bryce, no necesito que estés allí. –La respuesta la di en plan borde. Acompañada también de una expresión cortante sonrisa falsa que se nota que es falsa.
-¿Quién ha dicho que fuera a estar yo? Más quisieras tú guapa. –Respondió en su típico tono de sobrado y creído. –Será ilusa… -Y echó a andar sin darme tiempo a responder. Me guiñó un ojo y me lanzó un beso al aire como para quitarle importancia al desplante que me había hecho. Teniendo en cuenta que yo le había hecho otro y que lo decía de broma, no me molestó. No sé cuando empezaron a encantarme estas peleas cariñosas con él.
-Bueno, ¿y dónde está mi baño? –Dije para evitar las miradas insinuantes de Karem y Ashley. Se olían que algo había entre los dos. Me puse nerviosa.
-Yo te acompaño. –Dijo Karem. Ya sabía yo para qué era… En cuanto nos alejamos unos metros de la puerta, me asaltó.
-¡Tienes que contármelo todo! ¿Ya habéis hecho las paces? ¿Volvéis a salir juntos o estáis como amigos mientras os dais un tiempo? –Hablaba muy rápido por la emoción. Se la veía encantada con esta nueva situación. Yo me quedé bloqueada.
-Pues hemos decidido empezar de cero. Como si nada malo hubiese ocurrido. Sin rencores. Y no sé exactamente definir que es lo que tenemos. Imagino que estamos en una relación en la que nos estamos conociendo. Por decirlo de algún modo. –Me paré a hablar. No me gusta hacerlo andando. Veía el brillo en los ojos de Karem. Que de pronto dio un gritito y me echó las manos al cuello para abrazarme.
-¡¡¡¡Aah!!!! ¡No sabes cuánto me alegro de que esté todo bien! –Se me colgó del cuello dando saltos de alegría. Pero en su euforia percibí una preocupación. Me soltó y me miró. –No te lo pregunté la otra vez en la tienda porque no era el caso… ¿Pero qué sientes por Aaron? –Buena pregunta. Muy buena.
-Aaron es un amor platónico. Un ser perfecto e inalcanzable. Un amigo al que quiero mucho. Sí, me gusta, pero él está enamorado de Ashley y… -Karem me cortó antes de continuar con algo que no sabía que decir.
-Para, para, para. –Se puso seria en un momento. -Espera, vamos a entrar en el cuarto de baño para tener más privacidad. Y seguimos andando en silencio y a toda prisa hasta llegar al baño. Si no hubiera sido porque me sentó en la taza del wáter y me obligó a mirarla a los ojos, habría estado observando hipnotizada el lugar. Era espectacular en lo poco que me dio tiempo de ver. -¿Tú no estarás saliendo con Bryce para olvidar a Aaron? ¿Verdad? –Hablaba bajito y preocupada. Estaba de pie, con los brazos cruzados frente a mí. Esa pregunta me molestó.
-Karem, estoy con Bryce porque me gusta estar con él. No le encuentro explicación pero él tiempo que estuve sin él sabiendo que estábamos mal, mi vida era una verdadera tortura. Sí, mis sentimientos por Aaron no han cambiado... Pero Bryce es mi debilidad. –Era irónico, pero empecé a aclarar el rebujo de sensaciones que había en mí en ese mismo momento. No había pensado antes sobre lo que sentía por cada uno. Realmente me ayudaban las charlas con Karem.
-Oh dios… Te gustan los dos… -Y se puso en cuclillas para echarse las manos en la cabeza. Yo la miraba sin saber qué decir.
-¡Eso es una locura! ¡No se puede estar enamorada de dos personas a la vez! ¡Es impensable! –Intentaba convencerme a mí misma también. No, tenía razón. No tenía lógica poder querer a dos chicos a la vez.
-No, no lo es. Valeria, sólo te digo que espero que esta segunda oportunidad que te estás dando con Bryce, salga bien. Tú lo quieres. Lo sé. Pude comprobarlo en las tres semanas que estuviste peleada con él. Estabas sin vida. Sin ganas de vivir. Eso no te pasó con Aaron cuando te enteraste que Ashley era el amor de su infancia. Yo lo dejo ahí. Pero intenta que sufra el menos número de gente posible. –Y otra vez no tenía ni idea de qué decir. Ella se agachó a abrazarme de nuevo. Y yo pasé mis brazos por sus hombros. Nos llevamos así un rato. Intentándonos transmitir fuerza mutuamente.
-Que disfrutes del baño. –Dijo Karem cuando se incorporó. Me guiñó un ojo y salió. –Y no te quedes dormida. –Entró de nuevo sólo para decirme eso. Me sacó la lengua y yo también a ella. Así ahora se quedaba dormida mi prima la del pueblo… Con el cacao mental que tenía en la cabeza por su charla…

Me puse la radio para desconectar, que por cierto, venía incluida en el gigantesco jacuzzi, el cuál era como una piscina interna, pues estaba incrustado en el suelo. El agua caliente me golpeaba delicadamente la espalda. La música surtió efecto, pues dejé la mente totalmente en blanco aquel tiempo que pasé en el paraíso acuático. Las losas de las paredes y el suelo eran color miel y marrón. Formando un dibujo muy relajante. Tenía el pelo recogido en un moño en lo alto de la cabeza, no podía perder tiempo lavándomelo. Prefería pasarlo relajándome en aquel sitio, aunque me moría de ganas por bucear. Sí, tenía espacio para hacerlo y todo. Me daba pena por el derroche de agua, pero por una vez no iba a pasar nada. Imagino que Ashley usa la ducha o la bañera, con lo ocupada que está siempre, no me la imagino llenando aquello para tardar poco tiempo.

Me dio pena salir de aquella especie de fuente termal y volví a entrar. Hasta ese momento no fui consciente. ¡Había acabado! Mi sufrimiento por no poder estar con Bryce. Ahora estábamos mejor que nunca. Las clases, ahora podría aprovechar las vacaciones a tope. Mis problemas… Me inundó una sensación de satisfacción. Empecé a quedarme dormida, y me di cuenta de ello. Así que salí a toda velocidad y empecé a secarme para que no me ganaran de nuevo las ganas de estar allí dentro con los chorros calientes de agua. El espejo de la pared parecía el de un gimnasio. Era inmenso. Me envolví en la toalla y empecé a buscar mi ropa. El uniforme estaba doblado sobre un mueble del baño y un pijama prestado también. ¿Había estado eso ahí desde el principio? Lo acababa de ver ahora. Me lo puse y salí en babuchas prestadas también.

Estaba totalmente perdida. No tenía ni idea de cómo volver al salón-comedor. De pronto me vi perdida en un laberinto de pasillos y puertas cerradas. Estaba a oscuras dando vueltas sin saber donde estaba nada. Sí, me parecía bien para ahorrar energía, pero eso no me ayudaba. Me puse a murmurar bajito el nombre de Ashley. Si ella no venía, por lo menos algún empleado de la casa o cualquiera persona que pudiera ayudarme. ¿Y si pensaban que estaba espiando? Empecé a ponerme nerviosa, y eso que era sólo porque no sabía llegar al salón… Metí el turbo y al girar en una esquina del pasillo me choqué con alguien. No necesitaba verlo para saber quién era. Sólo una persona podía oler así.

-Vaya, qué lanzada. Iba a buscarte pero no sabía que te me abalanzarías tan pronto. –Dijo con su sonrisa torcida de pícaro. Di un paso hacia atrás para ganar espacio personal.
-Y yo no tampoco sabía que podías vivir tan poco tiempo sin mí. –Y le levanté las cejas vacilona. Él puso los ojos en blanco.
-Me apuesto lo que sea a que estabas perdida. Si es que no te puedo dejar sola… -Y movió la cabeza de un lado a otro a modo de reproche.
-Sí, eso va a ser, que no sé que hacer para que vengas en mi busca. –Exageré el tono irónico. Y poniéndole una mano en el brazo y haciendo un poco de fuerza, lo giré y lo puse de espaldas a mí. –Anda, llévame ya al salón, que estoy oliendo a comida y tengo hambre. –Y le di dos palmaditas en la espalda. Empezó a reírse en silencio, lo notaba por el movimiento de su tronco.
-Nunca dejas de sorprenderme. –Fue lo último que dijo hasta que entramos. Otra vez las miraditas cómplices. ¡Me ponían de los nervios! Apostaba lo que sea a que fueron ellas las que le dijeron a Bryce que viniera en mi busca. Eso no podía haber salido de él.

Estuvimos comiendo muy animadamente. La conversación iba sobre el día de hoy. Ashley estaba totalmente indignada con la trampa que me había tendido el trío tra-tra-tra. Su cara lo mostraba y sus palabras lo demostraban. Karem no se sorprendió. Ya estaba al tanto de las andadas de esas tres. Pero sí le mosqueó mucho. Bryce estuvo todo el rato de la cena como ido. Se le veía cansado y con sueño. Llevaba puesto un pijama de un diseño muy fino. ¿Sería también prestado? Vaya gusto exquisito tiene esta chica. La conversación se tornó más divertida cuando empezamos a hablar del parquin.

-¡Debisteis haber visto la cara de horror de Valeria cuando el tipo la agarró por el cuello con el metal cortante! –Ahora sí se animó Bryce a participar. Tal vez le dolía recordar que había fallado en intentar ayudarme en el despacho del decano. Pero esta oportunidad de lucirse le gustaba. Él y yo éramos los protagonistas en la conversación. Karem y Ashley nos miraban muy interesadas.
-Sin embargo tú estabas muy serio. Inexpresivo. ¡A saber lo que estabas pensando en ese momento! ¿Lo ataco con mi patada mortal o le asesto un gancho en la cara? En ningún caso le habría dado tiempo a reaccionar antes de que le llegara el golpe. –Sí, éramos cuatro en la mesa. La tele estaba puesta y nadie le prestaba atención. Yo sólo podía mirar a Bryce.
-Pues sí, tienes razón. Ni se habría dado cuenta. Pero estaba en peligro algo muy importante. Y no podía jugármela. –Todas nos quedamos expectantes, esperando que aclarara a qué se refería. Pensaba que diría mi nombre, pero no fue así. –Mi reputación. -¡ZAS! Nunca puedo dar nada por hecho con este chico. Nunca se saber por donde va a escapar. -¡Jajaja! ¡No me pongas esa cara! –Dijo mirándome y riéndose escandalosamente. –¡Narcisista egocéntrica! –Y le dirigí una mirada asesina.
-No te lo tomes a mal Valeria, él es así. Le cuesta reconocer las cosas. –Y Ashley le dirigió una mirada condescendiente cual madre a su hijo. –Bueno, qué pasó a continuación. –Preguntó curiosa.
-Algo de lo que el tipo se arrepentirá toda su vida. El tipo intentó besar a Valeria y ella lo mordió. ¡Si vieras cómo le sangraba el labio! Por un momento pensé que ella solita se las bastaba. –Bryce continuó hablando como si nada. Y yo también. Ashley tenía razón. Además, yo era otra cabezona que no reconoce las cosas.
-¡Un tipo con una palito de metal iba a venirme a mí! ¡A mí! ¡Yo que me he enfrentado a toda la Uni! ¡Inocente! ¡Jajaja! –Exageré mi tono de voz.
-¡Cierto! –Dijo Bryce. Y todos empezamos a reírnos. Parecía mentira que ahora pudiéramos estar haciendo chistes sobre eso. En aquella época era simplemente impensable. Nunca podría haber imaginado, en ninguno de los universos paralelos, una situación como esta ahora. Él, Ashley, Karem y yo cenando plácidamente. –Al final a Bryce se le encendió la vena asesina, se le echó encima, lo obligó a disculparse y cuando lo liberó al creer que todo había acabado. Boom. En un visto y no visto yo estaba inconsciente en el suelo. –Le ponía incluso el tono adecuado para dar más suspense y emoción al asunto.
-Y tú estás estudiando medicina… si en las situaciones en las que hay que guardar la calma para tenerlo todo controlado te desmayas… -Ea, ya Bryce soltó la puya. Me miró desafiante.
-Habló, el que casi se echa a llorar al ver que no respondía a sus dolorosos lamentos. –Lo miré victoriosa. Se quedó cortado sin saber qué decir. Esta la había ganado yo.
-Bueno, bueno, chicos. –Dijo Ashley para empezar un nuevo tema de conversación. –Tengo que daros una noticia. Pensaba reuniros a todos el próximo viernes 23 para comunicaros una noticia. –Todos nos quedamos mirándola curiosos. ¿De qué se trataba para tener que reunirnos a todos? Ashley nos puede sorprender con cualquier cosa, desde que quiere adoptar a algún niño necesitado o que se va a de misionera. Karem intercambió una mirada que no pude determinar con Ashley. Como si ella debiera saberlo con prioridad sobre otros.
-¿No nos puedes dar un adelanto? –Adelantó Bryce. Karem y yo seguíamos mirándola sin saber qué decir.
-Bueno, es sobre una decisión que he tomado y me gustaría que supierais. –Lo sabía. Sabía que iba a ser algo de su futuro. -¿Puedo contar con vuestra presencia? –Acabó sonriente intentando evitar el tema  de sonsaque. En fin, no íbamos a sacarle nada, sólo tocaba esperar.
-Sí, conmigo sí. Estaré esta semana en Oakville con mi familia. Puedo venir el viernes.
-Oh, si no puedes no te preocupes, tampoco es tan importante, es sólo que me hace ilusión que seáis los primeros en saberlo. –Sentía que tuviera que desplazarme solo por ella. Para mí no era ningún problema.
-Tranquila, de verdad, si lo hago es porque no me es ningún inconveniente. En serio. –Muchas gracias. –Y Ashley sonrió amablemente. Se sintió aliviada. Karem seguía mirándola raro. Bryce habló.
-Bueno chicas, yo ya he cenado. Muy bueno todo Ashley, díselo a Mikaela. -¿Mikaela era la cocinera? ¿Y se sabía el nombre? –Me voy a mi cuarto y os dejo que comencéis la fiesta. No quiero que me despertéis. –Dijo levantándose y colocando la silla en su sitio. Nos miró a todas a modo de despedida y se quedó parado en mí. Él de pie y yo sentada, tenía que romperme el cuello para verle la cara. –No te vayas mañana sin mí. Que te conozco. –Dijo más serio de lo normal. No esperaba que dijera eso. ¿A qué venía?
-Pero tengo que levantarme temprano para trabajar. –No era una excusa para no irme con él. Es que me daba apuro que hiciera ese sacrificio por mí. Que sí, que era sólo levantarse temprano, pero no me gusta que la gente haga cosas por mí.
–No importa, me despiertas. –Respondió secante. Vaya, estaba en sus treces. Bueno, si tanto lo deseaba, no iba a negárselo.
-Bueno, bueno, como quieras. Hasta mañana. –Dije todavía sorprendida, con los ojos muy abiertos por el imprevisto. Ya empezaba a dolerme el cuello de mirar hacia arriba tanto.
-Buenas noches. –Dijo finalmente antes de darse la vuelta para irse. Seguía serio. Se puso raro desde que no respondió a mi comentario. ¿Le habría molestado? No lo hice con mala intención… Nos miramos las tres con cara de, ¿qué hacemos ahora? A mí el impulso que me salió fue el de recoger los platos. Me levanté y empecé a cogerlos.
-No, no, déjalo Valeria, mañana se encargarán las asistentas de recogerlos. ¿Vemos mejor la peli ya? –Y Ashley me invitó a parar colocándome cariñosamente sus manos en mi antebrazo. La miré.
-Ah, va. Pues voy a enseñaros las películas. La tengo en la mochila. -Y me dirigí al sofá para cogerla.

Las pelis estaban dentro. Desvié la vista sin querer y vi entre un montón de revistas que estaban sobre la mesa algo que captó mi atención. Cogí la revista, pues tenía varias debajo y la saqué. La sostuve en mis manos y no pude decir nada más. No pude reaccionar. No pude pensar. Sólo podía observar y observar. Estaba bloqueada por completo. Eso no podía estar ocurriendo. No a mí. Empezó a temblarme el pulso. Empecé a temblar. Empezó a girar todo a mi alrededor. Me volví a repetir a mí misma que eso debía ser un error. Pero no, no lo era. Lo que estaba viendo con mis propios ojos era la pura verdad.

-¿Qué ocurre? - Karem tuvo que interrumpir mi bloqueo. ¿Cuánto tiempo me había llevado mirando esa portada sin reaccionar? El resto del mundo desapareció en el momento en el que vi aquello.
-Lo que están viendo mis ojos es una creación de mi mente… ¿verdad? -Seguía sin aceptarlo. Al menos comprobé que no había perdido por completo el habla. Karem se colocó de rodillas en el sofá a mi lado y miró hacia donde apuntaban mis pupilas.
-¿En serio lo ves ahora después de haberlo sacado hace tres semanas? Lleva colgada de una chincheta en la tienda de ropas desde entonces. Al principio pensaba que no querías comentarme nada, pero como veía que tus problemas eran por él y que no veía mejora por saber esa noticia, pensé que en verdad no la habías visto. Pues te habría alegrado. –Karem hablaba, pero la escuchaba como si estuviera lejos de mí. –Pues si que estabas gravemente preocupada… –Ella hablaba como si tal cosa, como si fuera lo más normal del mundo. Allí lo raro no era lo que decía la revista, no era que no me hubiera dado cuenta… Valientemente…

Debía estar alucinando… Algo tendrían que haberme echado en la comida de este mediodía… ¿Yeso? ¿Pintura? ¿Setas alucinógenas tal vez? Eso debía ser… ¿Qué es más lógico en mi vida? ¿Qué me vaya bien o mal? Evidentemente lo segundo, por tanto, la serie de sucesos hoy acontecidos en los que se acababan mis problemas era lo realmente inventado por mi mente por la acción de esas sustancias…

-Y no, no es imaginación tuya ni creación de tu mente, estás viendo una portada de una de las revistas más importantes del país en la que salís Bryce y tú como su PRIMERA posible pareja como exclusiva en InTouch. –Karem dio punto y final a mis dudas. Sí, lo que estaba viendo era real. Me costaba creerlo, pero era cierto. Comencé a leer, lentamente, analizando cada palabra.

“¿Bryce Domioyi enamorado?” Ese era el titular de la portada, las letras más grandes y visibles que más espacio ocupaban… Estupendo… Cuánto me alegro… Salían dos fotos. Una en Central Park, paseando conmigo el día en que él se pasó seis horas y medias esperándome bajo la nieva y por eso se acatarró. La otra era del día siguiente, cuando aparecemos los dos sentados en el portal de mi bloque de pisos esperando a que vinieran a recogerlo. Al parecer nos siguieron los paparazzi… Mierda. Aunque no pude evitar fijarme en lo guapo que salía Bryce. Sonreí al verlo como la boba más grande sobre la faz de la tierra. Se veía tan espectacular a mí lado. Él, que podría ser el modelo más cotizado del mundo o el Míster Universo más atractivo del mundo, conmigo, la chica más corriente del planeta. Mundo extraño. Era tan desproporcionada la diferencia… Me dejé de pamplinas y abrí la página donde trataban más a fondo la noticia. Había más fotos de los dos, las dos de los mismos dos días pero distintos momentos.

“El problemático hijo de la familia Domioyi, del cuál llevamos unos años sin saber nada acerca de su vida amorosa, alejado para siempre de los clubes nocturnos, ha sido visto por primera vez con una chica la cual creemos que se puede tratar de una compañera de universidad. Al parecer, el joven llevaba horas esperándola bajo la nieve, dieron por fin un paseo por Central Park y tras una discusión se separaron. Fueron después vistos por la mañana en el portal de un edificio de West 99th Street. Los característicos rasgos de la chica, tales como la rizada mata de pelo pelirroja más la dirección de su casa y uniforme han permitido su rápido reconocimiento. Se trata de Valeria Spinoza y es una estudiante becaria de origen español…” Ahí dejé de leer… No sé que me impactó más, si ver que Bryce antes era de clubs nocturnos, que todo EEUU junto con mi Uni incluida sepan de nuestra relación o que me hayan identificado con nombres y apellidos… ¿Y si Bryce es todavía virgen… ¿qué hacía en esos clubes nocturnos? Creo que quedaba claro que era lo que más me molestaba…

De cualquier modo, me entró un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo. Era un mal presagio. De pronto sentí que esa noticia en el periódico no iba a traerme nada nuevo… Ahora entendía por qué las tres esas me habían vuelto a tener otra trampa, estaban dolidas por lo de la revista. ¿Y cómo es que no me he enterado de nada en la Uni? ¿Ni rumores? ¿Ni cuchicheos? Bueno sí, había estado viviendo demasiado tiempo en mi cabeza aquellas tres semanas que pasé sin Bryce. No prestaba atención al mundo exterior y Karem me lo había corroborado… Pero ¿ni siquiera alguna descarada que viniera a preguntarme a mí directamente a la cara? Y me acordé de Leo y Liam. Hoy se quedaron muy callados y me cambiaron de tema rápidamente cuando dije la broma de esconderme en mi búnker porque era famosa y salía en las revistas… ¡¡ELLOS LO SABÍAN Y NO ME LO HABÍAN DICHO TAMPOCO!! ¡Ni Aaron! ¿Por qué no me había enterado?

Fuera lo que fuera, esta dichosa exclusiva en InTouch iba a traerme muchos problemas.