Capítulo 25: La neurona
Ò_ô ¿Gata salvaje? No había que ser demasiado inteligente para saber por qué lo decía. Gata por mis ojos de distinto color y salvaje porque no me dejaba “domesticar” ni doblegar ante nadie. Me había gustado ese nombre, oye. Por esa se iba a librar. Era original y sin mala intención. Me puse rápido la lentilla, que ya estaba limpia y salí de allí.
Al momento me acordé de Alan. Que mal. Me había olvidado de él con todo el jaleo. Cogí el móvil para llamarlo y pedirle disculpas cuando vi el mensaje que había sonado esta mañana mientras me duchaba. Qué cabeza la mía. Típico, recibes un mensaje, decides leerlo después y se te olvida. <Valeria, este fin de semana me he resfriado, fui a visitar a mis padres y por allí hay un virus de la gripe y lo he cogido. Siento mucho no poder ir. Por ti me levantaría de la cama e iría, pero no quiero contagiarte. Nos vemos pronto. Un beso. Alan.> Cierto, mi madre anoche me dijo que por allí había una epidemia de gratis. Le pobre Alan la había cogido. Le respondí en ese mismo momento el mensaje, si lo dejaba para después, se me olvidaría con total seguridad. <No te preocupes Alan. Sabes que la Uni ha estado muy tranquila desde hace tiempo. Si surge algo, sabes que sabré como solucionarlo. Mejórate pronto. Un beso. Valeria.> No quería preocuparlo, si salía de cama podría emporar y su enfermedad ir a peor.
Decidí que lo que quedase de descanso, lo pasaría tranquila en el estanque. Incluso se me habían quitado las ganas de comer. Ahora solo quería relajarme y pensar sobre lo que había pasado. ¿Enserio había estado a punto de besar a Bryce? Sería porque me quedé sin defensas por aquel momento inesperado y por su intensa mirada. Ni loca lo habría besado en una situación normal. De camino al estanque, empecé a escuchar una melodía. La melodía de Aaron, él estaba allí. No quise molestarle, así que me acerqué cuando acabó.
-Hola. –Le dije. –Sé que ya te lo dije antes, pero me encanta esa melodía. –Tranquilizaba mi alma. Me había hecho olvidar incluso el sofocón del comedor.
-La he compuesto yo. –Me dijo mirando al estanque. ¿Por qué tenía esa manía de mirar a otro lado cuando hablaba con la gente? Aunque me encantaba. Era una de esas cosas que, en otra persona odiarías, pero que en esta adorabas.
-¿Eh? –Me había sorprendido. Estaba traumada por la otra vez que se enfadó conmigo cuando le hablé de su melodía. Por eso no me esperaba esa respuesta.
-Vaya, pues eres realmente un genio. ¿Para quién la compusiste? –Era entrometerse demasiado, pero ya que lo encontraba de buenas, tenía que aprovechar.
-¿Sabes cuál es la diferencia horaria entre California y Nueva York? -¿Eh? Algo no me cuadraba. ¿A qué venía esa pregunta? Me dejó confundida. Pero porque se había girado a mirarme directamente. Su mirada era embriagadora.
-Pues no lo sé… -Y si lo hubiera sabido, no estaba mi cabeza como para pensar y responder.
-Da igual, no importa si no lo sabes. –Dijo volviendo la mirada a una ardilla que empezó a acariciar. A mí ni se me acercaban. Pero no me importaba. Nada importaba si estaba junto a Aaron. Simplemente me sentía feliz. Como si no existiesen los problemas.
-Siempre he tenido una pregunta... –Quería cambiar de tema. Quería conversar con él. -¿Por qué vienes tanto por este lugar? –Aunque de verdad tenía esa pregunta.
-Pues por lo mismo que tú, ¿no? –Esta vez lo dijo mirando otra vez al estanque. –Es un lugar sereno. Como si la tierra parase de girar cuando estoy aquí. Y me alejo de la bulla artificial y materialista de los pasillos y el comedor de la Uni. –Guau. Cada día me sentía más atraída por él. Yo también iba al estanque para salir de la bulla de la Uni, pero el mundo sólo se paraba cuando estaba con Aaron.
Y en ese momento tocó el timbre que indicaba el final del descanso.
-Será mejor que vayamos ya a clase. –Dijo levantándose y cogiendo el violín.
-Sí. –Aunque para mí no era lo mejor…
De camino a clase por el pasillo, iba yo pensando en qué quería decir Aaron con lo de la diferencia horaria entre California y NY. Me dejó desconcertada al enlazar por quién había compuesto la canción y lo de la hora. Por eso no me di cuenta de que Angela y las demás me habían hecho una encerrona frente a la puerta de la clase.
-Pero mira quién tenemos aquí. Si es la mala hierba de esta universidad. –Angela estaba cruzada de brazos delante de mí, cortándome el paso. –Te hemos visto entrando en el edificio con Aaron, ¿todavía sigues detrás de él?
-¿Qué quieres ahora? Estás estorbando, como de costumbre. –Esta chica me ponía de verdadero mal humor.
-El otro día nos tomaste por tontas. Campesina. –Dijo Cindy. –Pero hoy vas a tener que aceptar la cruda realidad. –Sonreía de pura maldad.
-Mira esto. –Y Stephanie me lanzó una revista a la cara. Ni la cogí. Simplemente, por instinto, miré al suelo para verla, una vez que cayó. “Ashley Godmes”, aparecía en grande en la portada. Era la que me habían nombrado el otro día en la fiesta.
-¿Quién es ella? –Pregunté sin pensar.
-Ella es el amor de la infancia de Aaron. Pero como ella es dos años mayor que él. Se fue al extranjero a trabajar. Sin embargo, ahora se rencontrarán y tú no tendrás nada qué hacer. –Angela no se dejaba ni un detalle atrás.
-Si te fijas bien, ella es guapísima, toda una diosa. Tú no entras ni en las cala para compararte con ella. -¿Y acaso Cindy si entraba?
-Y va a volver de California a Nueva York dentro de dos días. –No tenía palabras. Sólo pensaba en “California”. Ahora lo comprendía todo. Y me dolió.
-¿Ves Valeria como el que ríe el último ríe mejor? Hemos esperado hasta este momento en el que hemos visto la revista que anuncia su vuelta, para destrozar tu pequeño corazón en mil trocitos. –Angela estaba disfrutando realmente con ese momento. Se le veía en la cara.
-Toma, ahí tienes la revista, te la regalamos para que la leas y veas por ti misma que no te mentimos. Ala ala, adiós. –Y se dieron la vuelta las tres para irse. En un acto impulso, cogí la revista del suelo. Pero no para leerla precisamente.
-¿Angela? –Ella se giró para saber qué quería. Y realmente lo supo. Y además que lo supo muy bien. Tan bien, que le dejé hasta la marca en la cara durante unos cuantos minutos, del canto de la revista. Que la había recogido para lanzársela. –No quiero “regalos” de unas arpías como vosotras, que se muerden la lengua y se mueren por su propio veneno. –Me había quedado hasta bien la frase y todo. –Y os compadezco, siento que vuestra vida sea tan triste como para no tener nada mejor que hacer que meteros en la mía. -Dije mientras adelantaba el paso, y las apartaba de mi camino para entrar a la clase.
Las dos últimas clases, estuve atendiendo todo el tiempo. Era como al principio, cuando estaba traumatizada por el intento de violación, que me afectaba para un mejor rendimiento en la clase. Pues ahora lo mismo. Parecía que mi mente solamente funcionaba bien a base de palos. Que triste… Aunque en el fondo, ella, por libre, decidía poner el modo automático en los peores momentos para evitarme dolor innecesario.
A la salida, fui a beber a la fuente de al lado de la gran palmera. Allí me encontré con Leo y Liam. Estaban sentados en el césped bebiendo.
-¡Anda! ¡Si es la chica virgen y de la clase trabajadora! –Leo como siempre…
-¿Os importaría mucho dejar de llamarme así? –Dije irónicamente y con cara de estar un poco mosca.
-Bueno, bueno, como quieras. Anda, ven y siéntate con nosotros. –Decidí sentarme. ¿Por qué? Eran del grupo enemigo, pero ellos nunca me habían hecho nada. -¿Quieres un trago? –Dijo Leo ofreciéndome una copa.
-Ya sé que no es correcto beber alcohol en el patio de la universidad, pero podríais cortaros un poco, digo yo, ¿no? –Ahora me había dado el punto educador… Valientemente.
-¡Aguafiestas! No es alcohol alcohol…es licor… -Dijo Liam.
-¡Oh! Cierto, había olvidado que el licor no lleva alcohol… ¡Es sólo otro componente que casualmente tiene el mismo nombre y la misma escala de graduación que el alcohol! –Modo ironía, ON.
-A ver… compréndelo, Liam y yo nos aburrimos mucho aquí sin chicas buenas por aquí. Aunque veo que Bryce no se aburre tanto como nosotros… -Indirecta de Leo. –Si no hubiese sido por el inoportuno estornudo de Liam, -dijo mirándolo de reojo con mirada asesina, -¡¡tal vez hubieras perdido la virginidad!! –Que le gustaba dar en los puntos bajos… Dicho Leo, tenía más ingenio que todas las víboras esas, aunque no tanta malicia. Yo diría que sólo es que se divierte picando a la gente.
-Bah, chupadme un pie. –Estaba ya por levantarme e irme.
-Jajaja, eso es lo que tu has estado apunto de chuparle hoy a Bryce, ¿no? ¡Una pena que os interrumpiéramos como ibais a retomar lo que dejasteis a media en el comedor! –Ahora se le había sumado Liam… No podía con estos dos, tenían la mente demasiado pervertida. Una pena que los hijos de mi vecina de enfrente, fuesen a convertirse en semejante energúmenos como estos por mi culpa…
-Bah, no pienso caer en vuestros juegos, ahí os quedáis. –Y me di la vuelta para irme. Ni siquiera hicieron nada para impedirlo… ¡Serían desgraciados! Aunque también… que iba a esperar yo de ellos…
-Oye, ¿y has visto hoy la revista InTouch? Sale Ashley en la portada, guapísima como siempre. La he ojeado y anuncia su vuelta a Nueva York después de su carrera como modelo en California. –Comentó Liam. Decidí quedarme para terminar de enterarme.
-Pues claro que sí. Iba el otro día por la calle y la vi de refilón en un quiosco. ¿Cómo podría pasar desapercibida para mi Ashley? –Continuó Leo. –Ahora comprendo por qué Aaron ha estado tan raro, bueno, más de lo normal, estos días.
-Pues sí, además, ¿te has fijado que en estos dos años, Ashley se ha convertido en todo una mujer hermosa? Tiene que tener pretendientes oficiales a puñados.
-Seguro. Pero fíjate que ella siempre ayuda todos, ha salido como patrocinadora de una pequeña compañía de seguros.
-¿De seguros? ¿Y eso se puede patrocinar con una modelo? –Liam estaba extrañado, y yo también.
-Sí. Ella es el “ángel de la guarda”, en relación a lo que es la compañía de seguros para las familias. Mola mucho el anuncio. Sale ella toda vestida de blanco, con alas y halo. Parece un verdadero ángel. –Leo ya estaba fantaseando.
-Vaya, si es que no hay nada que ella no pueda hacer. –Concluyó Liam. Como vi que la conversación no continuaba por donde yo quería, me tocó intervenir.
-Bueno, ¿y qué tipo de relación hay entre ella y Aaron? –A ver si no se notaba mucho mi descaro, y respondían.
-Ashley es el primer amor de Aaron. Lleva enamorado de ella desde primaria. –Respondió Leo.
-A ver. Él siempre ha sido la personalidad opuesta a Bryce. Por muy gemelos que sean, sólo se parecen el físico. Aunque creo que Aaron es así porque ha tenido que amoldarse a todos los caprichos e impulsos de Bryce. –Liam fue un poco más explícito, y se lo agradecí. –Y por eso siempre ha sido muy introvertido. Incluso hoy día se le puede notar.
-Sí. Cada vez que jugábamos los cuatro, él se sentaba en una esquina, ponía la cabeza sobre las rodillas y se limitaba a estar en su mundo con la mirada perdida. –Leo continuó. Vaya, un detalle por su parte. –Y algunas veces se ponía peor cuando nos íbamos los tres solos por ahí a gamberrear.
-Exacto, pero eso cambió cuando Ashley apareció y entró en su vida. Tenía dos años más que nosotros. Pero vino como su verdadero ángel de la guarda. Se pasaban horas y horas en el “lugar secreto” que ella le había mostrado. -
-Sí, era un simple estanque con ardillas. Nunca entendimos qué le veían a ese lugar. Sólo que poco a poco fue sacando a Aaron de su caparazón. Y él empezó a sonreír y mostrar otros sentimientos aparte de la indiferencia. –Ahora lo entiendo todo.
-Ashley es una mujer maravillosa. Estuvieron pensando en llevar a Aaron al psicólogo. Y bastó la mera presencia de ella para traerlo a la vida.
-Pero ella se fue a California antes de que Aaron le confesara sus verdaderos sentimientos. Tengo ganas por saber qué pasará ahora cuando ella vuelva.
-Y yo, las mujeres maduras son las mujeres. –Liam como no…
-¡No es ese el asunto so pervertido! ¡Estás hablando de nuestra mejor amiga! –Leo estaba “indignado”.
-Que ya lo sé hombre, sólo estaba bromeando para ver qué decías. Jajaja. –Los dos empezaron a reírse. Qué felices vivían. Sin complicaciones de ningún tipo. Ojalá yo tuviera esa facilidad también. Porque en ese momento, incluso me dolía la cabeza de no querer pensar. Seguro que salían todos mis sentimientos en el momento más inoportuno.
En el trabajo. No hablé nada con Karem al respecto. Aunque ella ya sospechaba que algo me pasaba. Era evidente si no me veía sonreír y me pasaba pensativa todo el tiempo. Sin embargo, me conocía también, que sabía que si no quería contárselo, lo mejor era dejarlo pasar hasta que me sintiera con ánimos. Se lo agradecí enormemente. Aunque lo gracioso es que yo en esos momentos de quedarme pensativa, no pensaba nada, simplemente me quedaba con la mete en blanco mirando un punto fijo. Como si fuera loca. A las ocho salí. Nos despedimos y hasta mañana.
En el camino, decidí tirar por otra parte para pasar por la óptica. Tenía que encargar una nueva lentilla. Por mucho que hubiera puesto esa bajo el chorro de agua, no quitaba que estuviera dañada o necesitase comprar más porque no tenía ninguna en mi casa. Así tiré por la avenida principal, que siempre estaba abarrotada de gente, coches, tiendas, y carteles publicitarios. Por eso todavía no entiendo cómo pude ver a Aaron entre la multitud observando fijamente un cartel. Lo achaqué a que inconscientemente me sentía atraída por él, como si fuera gravedad, él el planeta y yo el satélite. En el cartel que miraba, aparecía una chica guapísima. La reconocí al momento, era Ashley Godmes. No sabría decir quién era más hermosa, si Rose, la hermana mayor de Aaron y Bryce, o Ashley. Las dos parecían ser de un planeta superior con una genética superior. Tenía los ojos color miel, pelo color del caramelo, ondulado, y largo, muy largo, por la cintura. Rasgos faciales perfectos. Salía ella “volando” sobre una casa con el tejado abierto, donde en su interior se veía una familia en el calor del hogar. El eslogan era: Ni los ángeles de la guarda, te cuidarán mejor que Security. Me acerqué a Aaron.
-A ella te referías esta mañana en el estanque, ¿no? –Las palabras salían solas de mi boca. –Viene dentro de dos días desde California. Por eso me preguntaste por la diferencia horaria. –Ni me atreví a mirarlo a la cara cuando hablé. Aunque tampoco es que él me hubiera mirado a mí.
-¿Estás tú hoy muy preguntona, no? –Dijo de una manera, en la que no lo había visto nunca. En un tono de chulo.
-Y tú muy susceptible desde que te enteraste de que tu primer amor está de vuelta, ¿no? –Estaba temblando. Pero no precisamente de frío. Estaba muy nerviosa.
-Y a ti eso te entristece, ¿no? –No podía creer que ese golpe bajo lo acabar de dar él.
-Tú no eres el mismo Aaron de siempre que yo conozco.
-¿Y acaso tu conocías realmente al verdadero Aaron? –No daba crédito a lo que estaba escuchando. Él no había sido nunca así. El Aaron que yo conocía nunca se habría puesto a jugar con mis sentimientos tan descaradamente. Simplemente me habría rechazado. Pero no podía evitar quedarme hipnotizada mirando sus ojos que me absorbían. –Estás preciosa cuando te sorprendes. –Dijo medio sonriendo. Y se fue.
Y allí me quedé yo. Sola, aturdida, desorientada. Sabía que todas las emociones que había estado reprimiendo durante días, iban a salir en el momento menos inesperado. Y fue ese. Yo tan oportuna como siempre. Valeria, por mucho que te duela, no estás enamorada de Aaron. Valeria, por mucho que tu corazón se haya roto en mil pedazos, no estás enamorada de Aaron. Valeria, por mucho que todo tu mundo gire alrededor de él desde que lo conociste, no estás enamorada de Aaron. Valeria, por mucho que… estaba enamorada de él. Que triste. Prefería mil veces, enfrentarme al G4 y a todo la Uni, antes que quedarme sola con mi pequeño corazón destrozado. NO. No estás enamorada, Valeria. Es sólo que ha sido el primer chico que te ha tomado en serio en tu vida. Todo esto empezó cuando te salvó de los cuatro tipos que intentaron violarte en el pasillo. Es sólo simple y mero agradecimiento. ¡¿VALE?! Y lo pensé en voz alta para convencerme más a mí misma. Aunque no quedó muy convincente.
Al parecer, en toda mi cabeza, fue sólo una única neurona la que reaccionó para enfrentarse a las demás, y decirles que no, que yo no estaba enamorada. Y esa neurona era la que se había estado encargando, sola, de no hacerme pensar en el tema durante todo este tiempo. Esa única neurona, había sido mi soporte de estabilidad emocional todo ese tiempo, además. Le tenía mucho cariño a esa neurona. Porque, todavía, aun seguía luchando por mi. Aunque sabía que en algún momento, ya no tendría fuerzas para continuar. Y me daría de bruces contra la realidad, y el tiempo de adaptación sería mas precipitado. Pero, yo apreciaba a esa neurona. Porque claro, nadie se equivoca queriendo, eso es evidente. Y esa neurona, estaba dando lo mejor de sí misma, porque aunque se equivocara en su decisión, ella lucharía hasta el fin por lo que verdaderamente creía. Y al final, esa neurona era como yo. Por eso la quería más que a ninguna otra.