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Refranero

martes, 20 de diciembre de 2011

Capítulo 21: Hormiguitas por el suelo

Capítulo 21: Hormiguitas por el suelo
Al día siguiente, no estaba yo de muy buen humor de por sí. Todavía recordaba la expresión molesta de Aaron. Y para colmo, en la taquilla, cogiendo los libros, escuché a dos chicas que hablaban.
-Lo he visto, impresionante. –Dijo una.
-Sí, imagino que las chicas que vienen de universidades públicas son diferentes a nosotras. –Contestó la otra.
¿Se referían a mí? Tenía entendido que yo era la única que venía de una universidad pública allí. Cuando me vieron. Se fueron inmediatamente de allí. Sí… era por mí. Aunque dar un poco de duda no venía mal. ¿Qué me tocaría sufrir esta vez?

Entré en la clase, y todo el mundo estaba congregado delante de la pizarra. ¿Qué había escrito? Me abrí paso entre la gente, aunque directamente se apartaban al verme, como si estuviese apestada. Y me miraban con mala cara. Lo normal vamos…
Lo que no era tan normal fue ver lo que estaba escrito. <A Valeria Spinoza le iba la marcha en su otra universidad. Se tiró a todo el equipo de fútbol  y tuvo varios abortos.> Sin comentarios. Estaba tan pero tan tan furiosa, que si hubiera sido un volcán inactivo, habría entrado en erupción. Salí de allí y me dirigí directamente a buscar al G4. No era difícil saber dónde estaban. Al lado de la fuente junto a la gran palmera, saltándose las clases.

-¿Cómo que he tenido varios abortos? ¡SO BESTIAS! –Sentía como la lava salía a borbotones desde el interior del cráter. -¡Yo todavía soy virgen! ¡Animales! –Y me fui de allí para no darles tiempo a contestar. Bueno cambié de opinión, me giré cuando había recorrido ya unos pasos y me dirigí a ellos con toda mi determinación- Vosotros en vez de llamaros “Great 4” deberías ser el “Gay 4”. Menuda panda de cobardes que no se atreven a hacer las cosas a la cara…-Y me fui de verdad. Ya me había vaciado, aunque el humo y la ceniza seguían saliendo, ahora me quedaba el coraje.

Cuando Valeria se fue de allí.

-¿A qué ha venido eso? ò_ó –Dijo Leo sorprendido.
-No lo tengo muy claro… Seguro que es cosa de Bryce –Respondió Liam.
Miraron los dos a Bryce, el cual ya estaba fantaseando en voz alta.
-Ha venido exclusivamente a decirme que es virgen…Entonces me está diciendo que no le pertenece a nadie…Por tanto me está ofreciendo su virginidad…Por eso ha venido a decírmelo, quería que yo lo supiese… -Estaba desvariando, transformando la realidad a su antojo… como siempre.
-¡Quieres volver a la realidad y arreglar el cortocircuito en tu modo de razonamiento! –Dijo Leo dándole en la cabeza con la mano para que saliera de su ensimismamiento.
Aaron, como siempre, se limitó a no decir nada y observa detenidamente.

Volviendo con Valeria.

¿Habré hecho bien al decirles eso? Bah, a lo hecho pecho. Esa no era una broma divertida. Habían caído muy bajo. Así que me daba igual lo que pensaran de mí. Cuando llegué a la clase, tres chicas estaban borrando la pizarra.

-Realmente han caído muy bajo esta vez. Valeria no se merece ser tratad así. –Dijo una.
-¡Angela! ¡Cindy! ¡Stephanie! –Dije sorprendida. Esas chicas nunca habían hecho nada por mí. Simplemente se habían limitado a chismorrear malas cosas sobre mí.
-¡Oh!, Valeria –Dijo Angela. –Estábamos esperándote. Ven un momento con nosotras. Queremos hablar contigo en un sitio donde el G4 no pueda vernos.
-Ok. –Y las acompañé hasta el cuarto baño de las chicas.
-Nos sorprendimos mucho cuando vimos lo que estaba escrito esta mañana en la pizarra. –Dijo Cindy algo compungida. –Como mujer no puedo perdonarlos.
-No sé cómo reaccionaría si alguien escribiese eso de mí. –Continuó Stephanie.
-Tienes mucho aguante Valeria. Eres nuestra ídolo. Te admiramos mucho por cómo te has enfrentado al G4. No te lo habías dicho antes por miedo. Perdónanos. –Concluyó Angela.
-Gracias. –Eso era extraño. ¿Por qué eran tan amigas mías ahora?
-Queríamos decírtelo desde hace tiempo.
-Sí, ¡eres tan salvaje Valeria! -¿Salvaje? Ò_ô ¿Debía tomármelo a bien?
-Mañana por la noche, vamos a una fiesta de disfraces que ha organizado una nueva firma de moda que va a inaugurar una nueva tienda. Dijo Cindy.
-Nos han invitado, podemos llevar una invitada. ¿Quieres venir con nosotras?-Continuó Angela.
-¿De disfraces? –Qué raro, nunca había visto que una nueva apertura de una tienda de una firma de ropa, hiciera una fiesta de disfraces como inauguración.  Sería aquí muy normal. Aunque claro, nunca había asistido a la apertura de una tienda de una firma importante en España…
-Bueno, pero creo que debería pagarme la entrada. Decidme cuánto es y os acompaño encantadas. –No quería abusar ni aprovecharme.
-Son 2.000$, pero no te preocupes, ¡¡entre las tres te invitamos!! –Dijo Stephanie sonriendo, cogiéndome del brazo.
-¿¡Quée?! Ahora sí que no puedo ir. –Ni de coña tenía tanto dinero.
-¡No hay más que hablar! ¡Ya está decidido! –Dijo Cindy agarrándose a mi otro brazo.
-La temática es de Halloween. Como sabes, dentro de unas semanas lo será. Así que ya sabes, búscate un buen disfraz. –Y Angela se unió también a mi brazo. No me quedaba otra opción que aceptar.

Esa tarde en el trabajo, le pregunté a Karem alguna ocurrencia sobre qué disfraz podía ponerme. No tenía mucho dinero que derrochar en disfraces. Ese día no tenía muchas ganas de nada, seguía dándole vueltas al enfado de Aaron. Pero Karem era una de esas personas que te alegran el día y te hacen olvidarte de todo. Era lo que más me gustaba de ella. Aunque seguí pensando que me hubiera gustado encontrarme con él ese día de una forma normal, y no de la que lo habíamos hecho… Karem me sacó de mis pensamientos.

-¿¡Entonces vas a esa fiesta Valeria?! –Dijo tan ilusionada, como si fuera ella misma la que iba a ir.
-Sí… Me dijo el nombre de la diseñadora, ya se me ha olvidado. Sólo sé que es mañana a las 8 en la entrada principal a Central Park.
-¡Es genial! Ojalá yo pudiera ir también a una fiesta así… -Dijo soñando.
-Karem, céntrate. Te estaba preguntando por qué ponerme mañana. No tengo ningún disfraz en condiciones…
-Cierto. Pues a ver. ¿Por qué no vas de vampiro? Sólo tienes que pintarte la cara de blanco, los ojos negros ojerosos, los labios muy rojos y la ropa negra. Yo puedo dejarte una capa que tengo de otro disfraz.
-¡Qué idea tan buena! No se me había ocurrido. –Era realmente espléndida.
-Hombre… ¿pero quién te crees tú que soy yo chavala? ¡Vamos! El asombro ofende –Dijo haciéndose la indignada. –Como creo que no tienes ni idea de maquillarte, mañana después del trabajo, te pinto yo. Me traigo las pinturas y la capa. Tú te vistes aquí y listo.
-¡Genial entonces! –Ya estaba todo resuelto. No había nada más que me preocupase.
-Tú antes muy preocupada pensando en que no debías fiarte de esas chicas, y ahora estás súper feliz. Pareces bipolar…
-Y seguramente lo sea… me lo he planteado, no te creas. Pero mi sigue pareciendo extraño que unas chicas de tanto poder adquisitivo como ellas, quieran ser mis amigas… De Angela tal vez… pero las otras lo veo difícil.
-Quizás sientan compasión por ti. A lo mejor si les das una oportunidad, descubres que no son malas en el fondo. Aunque ya sabes que a mi allí todo el mundo me resulta sospechoso. No me fío nada de los estirados aquellos. Y recuerda lo que te dije de Shelby, que te haya hablado bajito no significa nada.
-Ya… pero tal vez las hay prejuiciado sólo porque son ricas…
-Por cierto, ¿alguna novedad con el G4? –Cambió de tema Karem.
-Pues sí, la verdad es que hoy me han hecho una jugada muy sucia la verdad…-Pero Karem no me estaba escuchando. Estaba mirando a los dos chicos guapísimos que habían entrado
-¡Valeria! ¡Valeria! ¡Mira! ¡Han entrado unos chicos que están buenísimos! –Dijo moviéndome el hombro mientras hablaba bajito intentando disimular. Eran Aaron y Leo… si es que no se puede hablar de nadie… Pero es que eran tan deslumbrantes y tan guapos, que ni siquiera Karem los había reconocido en persona después de haberlos visto tantas veces en las revistas.
-¡Estaba seguro de que eras tú Valeria! –Dijo Leo muy animado.
-¿Qué haces en un lugar como este? –Dijo Aaron con tan poco entusiasmo como siempre.
-Trabajo aquí…-Oops. No estaba preparada para esto.
-Conque un trabajo a media jornada, ¿eh? De verdad que eres una chica de la clase trabajadora. –Dijo Leo mirándome por encima de las gafas de sol. –Aunque creo que en tu caso, es una VIRGEN de la clase trabajadora. –Desgraciado, sólo buscaba reírse de mí. ¿Pero qué confianzas eran esas?
-¡No digas esas cosas raras! ¡La gente podría mal interpretarlas! –Me había enfadado.
-¡¿Pero qué se puede malinterpretar ahí?! Es la pura verdad. ¿Acaso no viniste hoy a decírnoslo expresamente? Si quieres conseguir algo conmigo, no hace falta que des tantos rodeas, ¡sé directa! Yo no me ando con rodeos. Jajaja. –Puto Leo. Se estaba riendo a mi costa.
-¿Cuánto vale ese colgante de ahí? –Dijo Aaron señalando uno colgante con forma de caballo alado que había en una vitrina del mostrador. Él siempre iba a su bola, por libre. Quizás por eso me gustaba tanto. Se veía tan atractivo cuando se ponía pensativo, mirando con detenimiento las cosas…
-¿Adónde vas a ir con eso? Es para tía. –Leo rompió el mágico momento…
-¿Quién ha dicho que vaya a ponérmelo? Lo voy a comprar sólo porque me gusta, me resulta interesante. –Y el aura que rodea a Aaron me envolvió en aquel justo momento.
-Aaron, eres muy extraño –Dijo dirigiéndose a él. –Este chico puede ser muy extraño. A veces se queda embobado mirando las hormiguitas del suelo, sólo porque es interesante verlas “trabajar y comunicarse entre ellas”. –Terminó dirigiéndose a mí y a Karem. La cuál se agachó la mirada por vergüenza. Se había ruborizado.
-¡No soy extraño! –Guau, Aaron había mostrado entusiasmo en algo, impresionante. -¡¿Cuánto vale?! Todavía no me lo has dicho. –Dijo metiéndome prisa.
-Cinco dólares. –Dije todavía hipnotizada. A mí él no me parecía extraño en absoluto. Me parecía increíble que una persona así pudiese existir.
-¡Nos vemos! –Dijo Leo desde la puerta, yéndose.
-¡Espera Aaron! ¡El cambio! –Dije desde el mostrador.
-Puedes quedártelo. –E hizo un gesto con la mano para despedirse porque ya estaba de espaldas. ¿Seguiría enfadado conmigo por lo del otro día? Y encima yo había ido corriendo a decir lo de virgen a los cuatro vientos… Pero bueno, me había hablado, y su expresión estaba relajada. Aunque claro, teniendo en cuenta lo raro y poco expresivo que era, todo podía ser posible. Creo que hasta que no se lo preguntase, me estaría comiendo la cabeza sobre ese asunto.

Pero por ahora, estaba contenta, teníamos algo en común. A mí también me parecían interesantes las hormigas del suelo. Me solía quedar embobadas mirándolas cuando era pequeña.

Capítulo 20: Corazones y fresitas

Capítulo 20: Corazones y fresitas
Salí a la puerta principal. Allí estaba Alan esperándome. Le pedí disculpas por la tardanza. Aunque sabía que era solo una cuestión formal, él nunca se enfadaba. Comimos en el comedor de su campus. Quiso invitarme y yo no fui capaz de hacerlo cambiar de opinión. La comida estaba realmente exquisita… Una pena que sólo la pudiera comer una vez, luego el tiempo de adaptación a los bocatas era peor TT. Le estuve hablando de lo que había hecho ese día.
-¡No veas la cara de tonto que se le quedó a Bryce allí tirado en el suelo cuando le di el puñetazo! ¡Todavía me duele la mano! Jajaja. –No podía evitar ocultar mi emoción al contárselo. –Y no queda ahí la cosa, por los pasillos, la gente que ni sabían que yo existía, ¡han empezado a saludarme! –Estaba muy orgullosa de eso. –Ni te imaginas lo contenta que me puse al escucharles murmurar que yo era fantástica al enfrentarme a esos engreídos. Estoy tan feliz…
-En serio Valeria, eres fabulosa, a partir de ahora vas a ser mi ídolo. -Dijo Alan antes de coger el vaso para beber.
-¡Venga ya! No digas tonterías, tu ídolo yo…
-De verdad, no he conocido a nadie como tú. Te dan un empujoncito de nada y ya te vuelves más fuerte que nadie. A ninguna persona se le había ocurrido enfrentar al G4 de esa manera, y tú, una chica becaria de case humilde, se ha atrevido y lo ha conseguido. Eres única. –La conversación estaba cogiendo una atmósfera extraña.
-Bah, tú sabes que a mí me van las emociones fuertes. –Y en ese momento me acordé de aquel día en el estanque que se me ocurrió pensar que me había vuelto masoquista, pero que mientras no me arrojara a la carretera, me tirara de edificios o me golpeara a mí misma, todo estaba bien. Qué gracioso, se me había olvidado incluir “declararle la guerra al grupo más poderoso de la Uni”. Pobre inocente y sus intentos fallidos por vivir con la mente en paz.
-Sí, sí, a ti te gustan demasiado las emociones fuertes creo yo. –Y nos reímos los dos al compás. Qué bueno era poder intercambiar palabras de amistad con alguien que te quiere y aprecia.

A la siguiente hora tenía Histología General,  con Shelby. La cuál se sentó conmigo. Me preguntó por lo bajini que si la sonrisa anterior era que seguíamos siendo amigas. Le dije que sí. Y ella volvió a sonreír de oreja a oreja, con esa sonrisa tan inocente. Se ponía tan guapa cuando sonreía así. Ojalá yo lo fuera, por lo menos, la mitad que ella. El resto de la clase me estuvo hablando de que estuve genial enfrentándome al G4 y que había escuchado por ahí muchos murmullos de gente que pensaba lo mismo. También me dijo que hasta que se tranquilizaran las cosas, sólo podríamos hablar en clase, bajito. Estuve de acuerdo, era muy egoísta por mi parte querer arrastrar a Shelby conmigo.

Aquella tarde, el G4 había quedado en el club Roma.

Bryce llegó en su flamante deportivo rojo, no tuvo problemas para aparcar. Tenían ya su plaza pagada y reservada de ante mano. Aparcó junto a los coches de Liam y Leo. Ellos ya estaban allí. Llevaban un rato pasando el tiempo con dos chicas cada uno. Aunque a Liam le gustaban las mujeres maduras, esa noche su amante estaba con su marido, él ya había terminado el trabajito con ella esa mañana en el Hotel Imperial. Así que tuvo que conformarse con dos de las cuatro chicas que traía Leo, al cual, todas le parecían buenas.

-Lo siento. Llego tarde. –Dijo Bryce al llegar a la zona que tenían reservadas. Reservada también previamente. Era una mesa baja para las copas y unos sofás extra cómodos que la rodeaban. Cada uno estaba sentado en uno distinto.
-¿Por qué has tardado tanto? Mis amigas y yo te estábamos esperando. Especialmente ellas. –Dijo haciendo una mueca a cada chica que se encontraba debajo de su brazo. Cada una hizo un gesto a cuál más provocador.
-¿Qué hay de Aaron? –Bryce las ignoró como nada.

Leo llevaba tiempo intentando hacer que él recuperara el interés por las mujeres fáciles. Liam ya lo había dejado de intentar hace también mucho tiempo. Pero Bryce se había aburrido de tontear con chicas a las que no conocía. El las llamaba <tías de usar y tirar>. Aunque realmente, nunca se había acostado con ninguna. A pesar de todo, era de los que pensaban que sólo se entregaría a la persona que verdaderamente lo amase. Sólo pasaba el rato de esa noche con las chicas que Leo le presentaba. Sin embargo, ninguna le interesaba lo suficiente como para repetir quedada.

-Lo he llamado, pero no responde al móvil. Parece ser que está dormido. –Respondió Liam.
-¡Oh venga ya Bryce! No pases de mí y de ellas como de la mierda. Podrías haberlas saludado por lo menos. –Leo estaba indignado.
-Leo, no me toques los huevos. Sabes que me ponen enfermo los clubes nocturnos… -Bryce se estaba mosqueando. Cosa que ocurre también con relativa facilidad. –No hay más que idiotas bailando mientras se pegan empujones unos a otros.
-¿Pero qué tienen de malo? Todo el mundo viene aquí a divertirse, pasar un buen rato y conocer pivones como estas chicas. –Leo seguía insistiendo. –Alguna vez tendrás que encontrar una lo suficientemente buena para el gran Bryce Domioyi.
-¿Pero qué puto interés tienes en buscarme novia? Déjame a mí, yo haré lo que me dé la gana. Ya te lo he dicho muchas veces. –Listo, ya estaba mosqueado. Su entrecejo se había fruncido.
-Bueno, bueno. Basta ya. No me deis otra noche como la del otro día. –Liam era el pacificador por excelencia. Siempre intervenía en las disputas de Leo y Bryce, cuyas personalidades chocaban mucho.
-¿Alguna novedad? –Dijo Bryce por calmar el ambiente mientras tomaba asiento. Aunque su entrecejo seguía fruncido.
-¿Cómo que alguna novedad? –Respondió Liam. – ¡Y tanto que la hay! Todavía no nos has dicho nada sobre qué te parece esa extraña chica, la tal Valeria Spinoza. Has estado evitando la respuesta todo el tiempo. –Sólo un miembro del G3 podía atreverse a insistir con Bryce cuando él se resistía. Y sólo un miembro del G3 podría salir victorioso o airoso.
Leo hizo una señal a las chicas para que se fueran. Cuando todas se marcharon, se retomó la conversación.
-¡Cierto! Cuando la miras de cerca, parece mucho más guapa. Y ahora aún más, desde que se ha soltado la melena. Está bárbara. Parece una verdadera guerrera amazona. ¡Qué mujer! –Dijo Leo. Que tomó un sorbo de su cubata para quitarle importancia al asunto.
-¿Pero qué estáis diciendo? ¿No os pone enfermo con sus aires de grandeza y superioridad? ¿Cómo se atrevió a insultarme? ¡A mí! …-Bryce había cambiado la expresión de su cara, ésta ya no mostraba mosqueo, ahora indicaba interés.
-Ya… ¡a ti! ¡Al grandioso Bryce Domioyi! ¡Oh venga ya! Deja eso, tienes que reconocer que la chica tiene agallas para enfrentarse a nosotros delante todo el instituto. –Dijo Liam desviando el tema por donde le interesaba. –Además, más que insultarme, me hizo mucha gracia, se pone muy linda cuando se irrita, no podéis negarme que no estaba adorable ella allí sola enfrentándose ante el peligro… Por eso no tengo nada en contra de ella.
-Jajaja, Liam tiene razón. –Leo estaba de acuerdo con él. –Además, tiene mucho temperamento y no se detiene ante nada. ¡Fíjate en cómo se las arregló para llegar con el puño a tu cara y tirarte de un golpe! ¿Qué le hiciste para que se pusiera así? –Estaba haciendo un gran esfuerzo por contenerse la risa.
-¡Leo! ¡No sobrepases mi paciencia esta noche contigo! Me pilló desprevenido, ¡eso es todo! –Los otros dos empezaron a reírse. No pudieron contener más la risa. -¿¡Y qué me decís de vosotros?! ¡También os pegó una tarjeta roja en la frente!
-Claro, “también nos pilló desprevenidos” Jajaja. Pero bueno, vamos a ponernos serios. ¿No os recuerda a tu hermana mayor, Bryce? Es calcada a Rose. ¿A que sí, Liam? –dijo Leo en tono burlón. Pero en el fondo lo pensaba así. Sólo que quería meterse con Bryce.
-¡NO DIGAS ESTUPIDECES! ¡No se parecen en nada! –Esto había mosqueado mucho a Bryce. – ¡Ni en un millón de años podría parecerse esa campesina a mi hermana Rose! 
-¡Cierto! ¡La hermana de Bryce es mucho peor! –Dijeron Leo y Liam al compás mientras se miraban y se reían.
-¡Desgraciados! ¡Mi hermana tiene una elegancia y una esbeltez incomparables! Más quisiera esa chusma parecerse en algo a mi hermana, aunque fuese en el blanco de los ojos. –Se había indignado. –Definitivamente, Valeria Spinoza no se va a salir con la suya. Seré yo quien consiga su propósito.
-¿Ah sí? ¿Y cómo dices que es la derecha de Valeria? Jajaja. –Dijo Leo con malicia.
-¡Eso eso! Pero a mí me interesa saber por las bragas, ¿eran lisas o estampadas? ¿De corazones, de fresitas o de muñequitos? –Leo siempre se las ingeniaba para mosquear a Bryce y sacarlo de sus casillas.
-¡Iros a tomar por culo! ¡Cabrones!- dijo este yéndose cabreado.

Leo y Liam chocaron los cinco. Se lo pasaban realmente bien chinchando a Bryce. Sus reacciones eran siempre muy graciosas, si no se ponía violento, claro. Aunque el chincharlo les costó tener que levantarse del sofá para ir a buscarlo y convencerle de que se quedara. Hecho que no consiguieron. De todas formas, se quedaron con las chicas. No hubieran estado en un ambiente adecuado con la cara de pocos amigos de Bryce.

Capítulo 19: El mensajero de la felicidad


Capítulo 19: El mensajero de la felicidad
Mientras, el G4 había llevado a Bryce a un banco.
Bryce estaba con la mirada perdida, mirando no sé qué punto en el infinito. ¿Se sentía hundido, ridiculizado, sorprendido? ¿O tal vez había encontrado a la mujer con suficiente carácter para ser su chica ideal? De cualquier forma, Liam y Leo estaban intentando hacerlo volver en sí.
-¡Hey Bryce! ¡Despierta de una vez por todas! –Dijo Leo tomándose la confianza de tambalearle la cabeza. –No ha sido para tanto…Bueno…Sí, pero déjalo ya. –No lo estaba arreglando, precisamente.
-Está ido, -dijo Liam, -me cuesta creer que haya recibido un golpe así delante de todo el mundo. Tiene que haberle hecho algo a Valeria ayer muy fuerte y de lo que no nos hemos enterado. –Concluyó acertadamente.
-Pero, fíjate bien, tiene una expresión ida. Parece que esta tal Valeria le ha herido el orgullo, y no precisamente por haberlo golpeado delante de todos, sino más bien por otro motivo…
-Cierto, en esta chica está poniendo más atención que en ningún otro condenado por la tarjeta roja antes. Y si… -Se quedó pensativo unos momentos. -¿Crees que su especial atención en sea porque está interesado en ella?
-¡Pero qué dices! –Dijo Bryce saliendo de sus pensamientos. En verdad había estado escuchando todo el tiempo, sólo que estaba demasiado concentrado en pensar qué haría a partir de ahora. Y ya lo había decido. -¡Más quisiera la pobretona esa que yo me interesara por ella lo más mínimo! –Dijo muy indignado.
-Pues precisamente te estás tomando esta vez esto muy en serio…-Indirecta de Leo.
-¡No digas chorradas! Eso es porque está en juego NUESTRO honor, y no va a ser echado por tierra por una chusma como esa.
-Pues de honor nada, yo no tengo nada en contra de esa chica, a quién se enfrentó desde primer momento eres tú. –Se defendió Liam.
-Eso, a nosotros no nos metas. –Le apoyó Leo. –Además reconoce que te gusta esa chica. Si no, no te hubieras puesto así. –Dijo con malicia.
-Iros al carajo. –Concluyó Bryce mientras se iba de allí a la fuente de justo al lado para beber agua. Nunca mejor dicho, si te enfadas, bebe agua.
-Bah, me voy de aquí, he quedado en el Hotel Imperial con cierta secretaria… -Dijo Liam mostrando la tarjeta de la suite.
-Es casada ¿verdad? ¡De tanto jugar con fuego te vas a quemar!
-¡Estúpido! No es inmoral, mi amor por ella es puro, yo no soy como tú que cambias de chica como de ropa interior.
-Cierto, lo había olvidado, esta noche he quedado con cuatro chicas en el “Roma”. Les he dicho que vendrías tú, Aaron y Bryce. Así nos la repartimos. ¿Qué me dices?
-¡De acuerdo!
-Jajaja, si es que ¡amamos a las mujeres! –Dijeron Leo y Liam al compás, era una frase que solían repetir mucho, porque nunca se conformaban con solo una. –Hey Aaron, tú también vienes, no te escaquees como siempre. Pero Aaron no dijo nada, levantó la vista de su libro y la volvió a bajar. Y Bryce se negó porque estaba enfadado con ellos. Si es que se comportaba como un niño chico muchas veces.
-Bah, es imposible hacernos comprender por estos dos. –Dijo Liam.
-Cierto, vámonos anda, no tiendo a los chicos que todavía son vírgenes. –Terminó Leo con malicia mientras se iban los dos.
-¡Cabrones! –Fue lo más “inteligente” que se le ocurrió a Bryce.

Volviendo con Valeria.

Waaaaa, me siento genial después de haberle dado en todos los morros al desgraciado ese. ¡Ja! Creía que podía pagar a unos matones para que se aprovecharan de mí y que se quedaría tan campante sin que yo hiciera nada… ¡Pues la llevaba clara! Pues seguid, seguid lanzándome misiles, que puedo con todo. A partir de ahora, mi lema será < ¡Hace lo que queráis! Que nada puede tumbarme! >

Empecé a caminar segura y decidida a la siguiente clase. Y ocurrieron unos hechos sorprendentes. ¡Los chavales me saludaban!
-¡Buenos días Valeria! –Dijeron dos chicas que se metieron para la clase de inmediato.
-Buenos días…-No daba crédito a lo que veía.
-¡Buenos días! –Dijo un chaval que desapareció al otro lado del pasillo.
-¡Hola Valeria! –Dijo otro chico asomándose desde la puerta de otra clase. –

Impresionante. ¿Estaba soñando? Incluso pude oír de fondo cómo murmuraban “¡Qué emocionante! La he saludado sin que el G4 se diera cuenta, ¡es como una película!” ¿Pero es que me había convertido en un juego de entretenimiento para ellos para darles un poco de vidilla a sus tristes vidas? Pero seguía murmurando. “Hala, ¡te has atrevido!” “Mañana no sólo le diré hola, también intentaré intercambiar algunas palabras” “A pesar de todo, Valeria es impresionante, ¿no creéis?” “Cierto, es la única de todos que se ha atrevido a plantarle cara a ese grupo…”  Decían unas voces desde dentro de un aula. No lo podía creer, era demasiado bonito para ser verdad. Me sentí muy bien. Demasiado bien, que tuve miedo de que se acabara esa sensación y volviera a tocar fondo. Pero me tomé esas palabras para reponer mi energía. Yo iba a seguir luchando.

Las clases terminaron igual de tranquilas. Iba saliendo en el descanso hacia la puerta principal para encontrarme con Alan, cuando de repente oí una música de violín. No sabría describir cómo era, sólo que transmitía nostalgia… Me asomé a la puerta y vi a Aaron, increíble. Conque era esa la melodía que iba a tocar el día que me quedé a solas con él la primera vez en el estanque… Entré en la sala, estaba tan ensimismado en la canción, que ni se dio cuenta de que estaba allí hasta que me acerqué a un metro de distancia.
-¡Oh! ¿Por qué paras? Es una melodía muy bonita. ¿De quién es? –Lo miré con cara de, lo siento por haberte interrumpido, pero veo que no captó el mensaje, me miró enfadado. –Vaya, eres increíble con el violín. –Tenía que quitarle algo de hierro al asunto. Silencio fue su respuesta. Cuando se estaba yendo dijo.
-¿Por qué montas tanto escándalo? Es totalmente normal que un hijo de familia rica sepa tocar perfectamente un instrumento o varios.
-Yo… sólo quería decirte que la tarjeta roja de esta mañana no iba para ti…sólo lo hice para no llamar la aten…
-¿A qué juegas? Te recuerdo que por muy cafres que puedan llegar a ser, son mi hermano y mis amigos. –Dijo volviéndose hacia mí. Su expresión era muy fría.
-¡Eres muy injusto! ¡No sabes lo que he pasado por su culpa! ¡Toda la universidad se ha vuelto en mi contra! Yo sólo quería decirles que no iban conseguir echarme de aquí por mucho que lo intentaran. ¡Y quería hacerte saber que no tengo nada en tu contra porque me ayudaste el otro día! –Las palabras salían espontáneamente de mi boca, casi sin pensar.
-¿Ah sí? Pues tal vez no me estarías molestando ahora si te hubiera dejado aquél día. ¿Cuál sería el gran disgusto? ¿Tu virginidad? –Dijo mientras se daba la vuelta para irse. Qué manera tan fría y sin escrúpulos de hablar era esa…
-¡Si estás molesto por algo no lo pagues conmigo! ¡Yo no estoy atosigando a nadie! ¡Ya ni demostrar agradecimientos por ser feliz se puede!
-¿¡Ah sí!? Pues es la primera vez que soy el mensajero de la felicidad desde que estoy aquí. –Respondió mientras se alejaba por el pasillo.

Era extraño, pero por muy borde que me había contestado, no me sentía mal. Es más, me sentía afortunada por poder disfrutar de su presencia aunque solo fuesen unos momentos y bastante extraños. ¿Me estaba volviendo loca o masoquista?  No lo sabía con exactitud, pero sí estaba segura de una cosa. De que Aaron Domioyi tenía un aura especial que me atraía mucho.