Capítulo 18: Tacones en Semana Santa
Mientras tanto. Bryce recibe a los cuatro tipos que atacaron a Valeria en el pasillo en su casa.
-¿Qué habéis fallado? –Bryce empezaba a enfurecerse. Aunque eso le pasa con relativa facilidad. -¿Me estáis diciendo…QUÉ HABÉIS FALLADO?
-¡Lo sentimos! –Contestaron los cuatro a la vez con una sincronización que rozaba la perfección.
-¡SOYS UNOS COMPLETOS INÚTILES! –Ahora su furia ya se estaba liberando. -¡¿Sois cuatro tipos contra una chica y no pudisteis con ella?!
-Es que… Bryce, la chica era muy fuerte. A mí me dio un puñetazo y a Brian lo empujó. Empezó a correr. Cuando la alcanzamos, la inmovilizamos... –Dijo uno intentando exculparse.
-¡Sí! Ya era nuestra. Pero apareció en ese momento Aaron y nos obligó a dejarla libre. –Se hizo el cabizbajo, pero en el fondo tenía la esperanza de que esa excusa sirviese.
-¿Aaron? –Hubo un momento de pausa. Le costaba creérselo. -¿Aaron hizo eso? ¿No me estaréis mintiendo? Mira que será peor para vosotros… -Espera en el fondo que fuese mentira. No quería creer que Aaron había hecho eso. Ni por un momento pensar que él estaba interesado en ella.
-¡Que sí Bryce! Nos dijo que la dejáramos marchar. Se puso muy serio. –Respondió el otro.
-¡Es verdad! Aaron apareció. Cuando vio que nos resistíamos porque tú nos mandaste, se puso realmente serio. Nunca lo habíamos visto ponerse de ese modo.
-¿Por qué haría Aaron una cosa así? –Dijo Bryce pensativo y para sí mismo. -¿Está intentado hacernos perder honra?
-¿Entonces qué? ¿Nos perdonas Bryce? –Los chavales seguían intentando salir del paso.
-Claro. Podéis iros. –Dijo todavía metido en sus pensamientos
-Pero… ¿Y los dos mil dólares que nos prometiste? –Sólo uno tuvo valor de reclamarle el dinero.
-¿Cómo? ¡Atrévete a repetir eso! ¿Habéis conseguido acaso lo que os dije? –Bryce salió de su meditación. –IROS DE UNA VEZ. Aquí o se lo pides a unos profesionales o sólo consigues que se rían en tu cara…
Los chavales salieron de la casa decepcionados. Pero por una vez, Bryce tenían razón. Ellos no habían hecho lo que les había pedido.
Volviendo con Valeria…
A la mañana siguiente. Me desperté con la misma o incluso más energía con la que me acosté la noche anterior. Tendría que ser bipolar o algo, porque era muy extraño que pasara de la depresión a la hiperactividad. Ni siquiera me recogí ese día el pelo en la trenza. Si quería hacerme notar y que todos supieran que estaba allí pisando fuerte, tenía que demostrar mi ferocidad. Por eso dejé libre mi voluminosa melena rizada. Me puse el uniforme, la lentilla y salí más decidida que nunca. Esa noche había preparado un cierto regalito al G3, y se los iba a dar con toda mi efusividad hoy cuantito los viera.
Pero tanta efusividad para nada, porque me entretuve por el camino y llegué con el tiempo justo a la clase…Ya les daría la sorpresita en el descanso. Cuando entré, me di cuenta de que mi muñeco de simulación clínica estaba en su sitio. Incluso me había olvidado de él. ¿Quién lo había cogido? De todas formas, me senté. Encontré una notita: <Siento mucho mi comportamiento, pero no puedo arriesgarme a salir de esta universidad o mis padres me matarían. Te cogí el muñeco, estaba escondido en el almacén. Seguimos siendo amigas, ¿verdad? Mira para atrás. Firmado: Shelby.> Miré hacia atrás, Shelby me hizo un tímido gesto con la mano. Le sonreí. Seguíamos siendo amigas. Me dolió mucho que no diese la cara por mí al igual que yo por ella, pero tenía que aferrarme a algo en este lugar, aunque fuera a una cuerda floja.
La clase acabó sin mayor problema. Me pareció extraño, pensaba que iban a atacarme de nuevo. Tal vez era porque había llegado con el profesor entrando por la puerta. Por eso nada más que salió, volví a sentir como un objeto cortaba el aire al igual que el día anterior. Pero yo hoy no estaba desprevenida, había venido preparada, con doble escudo protector anti niñatos y anti sentimientos tristes. Blof. Así sonó el huevo podrido al sonar contra la espátula que me había traído desde mi casa. ¡JA! Qué gran satisfacción la mía al ver la cara de gilipollas que se les había quedado a todos. ¡Chupaos esa!
-¿De verdad os creíais que podrías atacarme de nuevo con la misma jugada, y que volvería a caer? –Dije con mirada segura y decidida al tipo que lo había lanzado. –Pues estás muy equivocado chaval. Además, los huevos son para comer, no para lanzárselos a la gente… -¡Qué gusto! ¡Qué bien que estaba quedando! El tipo estaba tan anonadado que casi no podía dar crédito de lo que estaba escuchando. –Si quieres lanzar algo, utiliza una ¡pelota! –Y dicho esto, cogí una pelota que había comprado de camino a la Uni, y es por eso que había tardado tanto, y se la lancé con todas mis fuerzas directamente a la cara. -¿¡Qué te parece así?!
Pero el muy torpe puso su mano por delante y la pelota le dio de lleno en el reloj. -¡Ah! ¡Mi maravilloso Rolex con diamantes incrustados! ¡Lo has roto!- Dijo casi llorando mirándose la muñeca. Le había roto el cristal y las agujas.
-¿Ah sí? ¡Pues que te jodan! –Le puse mirada amenazante. -¿Crees que me da pena un niñato como tú? –Y no le hice un corte de manga no fuese a ser que me pasara mucho y luego me perjudicase.
Salí al pasillo de camino a la siguiente clase, y me encontré con el G4. Interesante, extraña casualidad, nunca antes me los había encontrado en un cambio de clase, y ese día que estaba deseando verlos, me los encontraba. Bien, eso es una señal a mi favor. Cogí carrerilla, y sorprendí a Bryce por la espalda. Idiota, grité por el camino “¡Bryce bastardo!” y ni se había girado. Me colgué de su espalda por los hombros y le mordí la oreja. Dio tal grito y tal movimiento inesperado que me solté al momento, pero caí de pie con el tiempo justo para enderezarme mientras él se daba la vuelta aclamando al demonio. Así cuando se giró, le di un puñetazo de derecha en la barbilla, que me estuvieron doliendo los nudillos toda la mañana. Tuvo que dar unos pasos hacia atrás para no caerse al perder el equilibrio. Momento que aproveché para empujarlo y tirarlo. Cuando cayó al suelo, puse una pierna sobre su pecho.
-¿Y tú eres un hombre? ¡Todo lo que haces es despreciable! –Puse mi mirada amenazadora, o lo intenté.
¿Me vería las bragas desde ahí abajo? Es lo que pensé cuando vi su mirada desencajada. Bah, eso no era lo importante en ese momento. Me giré a mirar al resto del G4, ya me veían mirar, pero ya que lo había preparado esa noche, por lo menos tenía que intentarlo. Saqué del bolsillo unas tarjetas rojas celo y se las pegué a Leo, Liam y Aaron en la frente. No se habían movido de su sitio al verme venir. ¿Tan sorprendidos estaban que no podían reaccionar? Porque no creo que yo fuera demasiado rápida o demasiado atemorizante que no quisieran oponerse… -¡ESTA ES MI DECLARACIÓN DE GUERRA!
Le guiñe un ojo a Aaron, para que no creyese que eso también iba dirigido a él, no podía morder la mano que me daba de comer. Y me fui de allí de inmediato. Bryce continuaba en el suelo con su cara de pasmarote. Que satisfacción sentía. Más que después de haber estado 8 horas con tacones altísimos recorriéndome toda Sevilla en Semana Santa.
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