adelgazar

Refranero

martes, 20 de diciembre de 2011

Capítulo 20: Corazones y fresitas

Capítulo 20: Corazones y fresitas
Salí a la puerta principal. Allí estaba Alan esperándome. Le pedí disculpas por la tardanza. Aunque sabía que era solo una cuestión formal, él nunca se enfadaba. Comimos en el comedor de su campus. Quiso invitarme y yo no fui capaz de hacerlo cambiar de opinión. La comida estaba realmente exquisita… Una pena que sólo la pudiera comer una vez, luego el tiempo de adaptación a los bocatas era peor TT. Le estuve hablando de lo que había hecho ese día.
-¡No veas la cara de tonto que se le quedó a Bryce allí tirado en el suelo cuando le di el puñetazo! ¡Todavía me duele la mano! Jajaja. –No podía evitar ocultar mi emoción al contárselo. –Y no queda ahí la cosa, por los pasillos, la gente que ni sabían que yo existía, ¡han empezado a saludarme! –Estaba muy orgullosa de eso. –Ni te imaginas lo contenta que me puse al escucharles murmurar que yo era fantástica al enfrentarme a esos engreídos. Estoy tan feliz…
-En serio Valeria, eres fabulosa, a partir de ahora vas a ser mi ídolo. -Dijo Alan antes de coger el vaso para beber.
-¡Venga ya! No digas tonterías, tu ídolo yo…
-De verdad, no he conocido a nadie como tú. Te dan un empujoncito de nada y ya te vuelves más fuerte que nadie. A ninguna persona se le había ocurrido enfrentar al G4 de esa manera, y tú, una chica becaria de case humilde, se ha atrevido y lo ha conseguido. Eres única. –La conversación estaba cogiendo una atmósfera extraña.
-Bah, tú sabes que a mí me van las emociones fuertes. –Y en ese momento me acordé de aquel día en el estanque que se me ocurrió pensar que me había vuelto masoquista, pero que mientras no me arrojara a la carretera, me tirara de edificios o me golpeara a mí misma, todo estaba bien. Qué gracioso, se me había olvidado incluir “declararle la guerra al grupo más poderoso de la Uni”. Pobre inocente y sus intentos fallidos por vivir con la mente en paz.
-Sí, sí, a ti te gustan demasiado las emociones fuertes creo yo. –Y nos reímos los dos al compás. Qué bueno era poder intercambiar palabras de amistad con alguien que te quiere y aprecia.

A la siguiente hora tenía Histología General,  con Shelby. La cuál se sentó conmigo. Me preguntó por lo bajini que si la sonrisa anterior era que seguíamos siendo amigas. Le dije que sí. Y ella volvió a sonreír de oreja a oreja, con esa sonrisa tan inocente. Se ponía tan guapa cuando sonreía así. Ojalá yo lo fuera, por lo menos, la mitad que ella. El resto de la clase me estuvo hablando de que estuve genial enfrentándome al G4 y que había escuchado por ahí muchos murmullos de gente que pensaba lo mismo. También me dijo que hasta que se tranquilizaran las cosas, sólo podríamos hablar en clase, bajito. Estuve de acuerdo, era muy egoísta por mi parte querer arrastrar a Shelby conmigo.

Aquella tarde, el G4 había quedado en el club Roma.

Bryce llegó en su flamante deportivo rojo, no tuvo problemas para aparcar. Tenían ya su plaza pagada y reservada de ante mano. Aparcó junto a los coches de Liam y Leo. Ellos ya estaban allí. Llevaban un rato pasando el tiempo con dos chicas cada uno. Aunque a Liam le gustaban las mujeres maduras, esa noche su amante estaba con su marido, él ya había terminado el trabajito con ella esa mañana en el Hotel Imperial. Así que tuvo que conformarse con dos de las cuatro chicas que traía Leo, al cual, todas le parecían buenas.

-Lo siento. Llego tarde. –Dijo Bryce al llegar a la zona que tenían reservadas. Reservada también previamente. Era una mesa baja para las copas y unos sofás extra cómodos que la rodeaban. Cada uno estaba sentado en uno distinto.
-¿Por qué has tardado tanto? Mis amigas y yo te estábamos esperando. Especialmente ellas. –Dijo haciendo una mueca a cada chica que se encontraba debajo de su brazo. Cada una hizo un gesto a cuál más provocador.
-¿Qué hay de Aaron? –Bryce las ignoró como nada.

Leo llevaba tiempo intentando hacer que él recuperara el interés por las mujeres fáciles. Liam ya lo había dejado de intentar hace también mucho tiempo. Pero Bryce se había aburrido de tontear con chicas a las que no conocía. El las llamaba <tías de usar y tirar>. Aunque realmente, nunca se había acostado con ninguna. A pesar de todo, era de los que pensaban que sólo se entregaría a la persona que verdaderamente lo amase. Sólo pasaba el rato de esa noche con las chicas que Leo le presentaba. Sin embargo, ninguna le interesaba lo suficiente como para repetir quedada.

-Lo he llamado, pero no responde al móvil. Parece ser que está dormido. –Respondió Liam.
-¡Oh venga ya Bryce! No pases de mí y de ellas como de la mierda. Podrías haberlas saludado por lo menos. –Leo estaba indignado.
-Leo, no me toques los huevos. Sabes que me ponen enfermo los clubes nocturnos… -Bryce se estaba mosqueando. Cosa que ocurre también con relativa facilidad. –No hay más que idiotas bailando mientras se pegan empujones unos a otros.
-¿Pero qué tienen de malo? Todo el mundo viene aquí a divertirse, pasar un buen rato y conocer pivones como estas chicas. –Leo seguía insistiendo. –Alguna vez tendrás que encontrar una lo suficientemente buena para el gran Bryce Domioyi.
-¿Pero qué puto interés tienes en buscarme novia? Déjame a mí, yo haré lo que me dé la gana. Ya te lo he dicho muchas veces. –Listo, ya estaba mosqueado. Su entrecejo se había fruncido.
-Bueno, bueno. Basta ya. No me deis otra noche como la del otro día. –Liam era el pacificador por excelencia. Siempre intervenía en las disputas de Leo y Bryce, cuyas personalidades chocaban mucho.
-¿Alguna novedad? –Dijo Bryce por calmar el ambiente mientras tomaba asiento. Aunque su entrecejo seguía fruncido.
-¿Cómo que alguna novedad? –Respondió Liam. – ¡Y tanto que la hay! Todavía no nos has dicho nada sobre qué te parece esa extraña chica, la tal Valeria Spinoza. Has estado evitando la respuesta todo el tiempo. –Sólo un miembro del G3 podía atreverse a insistir con Bryce cuando él se resistía. Y sólo un miembro del G3 podría salir victorioso o airoso.
Leo hizo una señal a las chicas para que se fueran. Cuando todas se marcharon, se retomó la conversación.
-¡Cierto! Cuando la miras de cerca, parece mucho más guapa. Y ahora aún más, desde que se ha soltado la melena. Está bárbara. Parece una verdadera guerrera amazona. ¡Qué mujer! –Dijo Leo. Que tomó un sorbo de su cubata para quitarle importancia al asunto.
-¿Pero qué estáis diciendo? ¿No os pone enfermo con sus aires de grandeza y superioridad? ¿Cómo se atrevió a insultarme? ¡A mí! …-Bryce había cambiado la expresión de su cara, ésta ya no mostraba mosqueo, ahora indicaba interés.
-Ya… ¡a ti! ¡Al grandioso Bryce Domioyi! ¡Oh venga ya! Deja eso, tienes que reconocer que la chica tiene agallas para enfrentarse a nosotros delante todo el instituto. –Dijo Liam desviando el tema por donde le interesaba. –Además, más que insultarme, me hizo mucha gracia, se pone muy linda cuando se irrita, no podéis negarme que no estaba adorable ella allí sola enfrentándose ante el peligro… Por eso no tengo nada en contra de ella.
-Jajaja, Liam tiene razón. –Leo estaba de acuerdo con él. –Además, tiene mucho temperamento y no se detiene ante nada. ¡Fíjate en cómo se las arregló para llegar con el puño a tu cara y tirarte de un golpe! ¿Qué le hiciste para que se pusiera así? –Estaba haciendo un gran esfuerzo por contenerse la risa.
-¡Leo! ¡No sobrepases mi paciencia esta noche contigo! Me pilló desprevenido, ¡eso es todo! –Los otros dos empezaron a reírse. No pudieron contener más la risa. -¿¡Y qué me decís de vosotros?! ¡También os pegó una tarjeta roja en la frente!
-Claro, “también nos pilló desprevenidos” Jajaja. Pero bueno, vamos a ponernos serios. ¿No os recuerda a tu hermana mayor, Bryce? Es calcada a Rose. ¿A que sí, Liam? –dijo Leo en tono burlón. Pero en el fondo lo pensaba así. Sólo que quería meterse con Bryce.
-¡NO DIGAS ESTUPIDECES! ¡No se parecen en nada! –Esto había mosqueado mucho a Bryce. – ¡Ni en un millón de años podría parecerse esa campesina a mi hermana Rose! 
-¡Cierto! ¡La hermana de Bryce es mucho peor! –Dijeron Leo y Liam al compás mientras se miraban y se reían.
-¡Desgraciados! ¡Mi hermana tiene una elegancia y una esbeltez incomparables! Más quisiera esa chusma parecerse en algo a mi hermana, aunque fuese en el blanco de los ojos. –Se había indignado. –Definitivamente, Valeria Spinoza no se va a salir con la suya. Seré yo quien consiga su propósito.
-¿Ah sí? ¿Y cómo dices que es la derecha de Valeria? Jajaja. –Dijo Leo con malicia.
-¡Eso eso! Pero a mí me interesa saber por las bragas, ¿eran lisas o estampadas? ¿De corazones, de fresitas o de muñequitos? –Leo siempre se las ingeniaba para mosquear a Bryce y sacarlo de sus casillas.
-¡Iros a tomar por culo! ¡Cabrones!- dijo este yéndose cabreado.

Leo y Liam chocaron los cinco. Se lo pasaban realmente bien chinchando a Bryce. Sus reacciones eran siempre muy graciosas, si no se ponía violento, claro. Aunque el chincharlo les costó tener que levantarse del sofá para ir a buscarlo y convencerle de que se quedara. Hecho que no consiguieron. De todas formas, se quedaron con las chicas. No hubieran estado en un ambiente adecuado con la cara de pocos amigos de Bryce.

No hay comentarios:

Publicar un comentario