Capítulo 19: El mensajero de la felicidad
Mientras, el G4 había llevado a Bryce a un banco.
Bryce estaba con la mirada perdida, mirando no sé qué punto en el infinito. ¿Se sentía hundido, ridiculizado, sorprendido? ¿O tal vez había encontrado a la mujer con suficiente carácter para ser su chica ideal? De cualquier forma, Liam y Leo estaban intentando hacerlo volver en sí.
-¡Hey Bryce! ¡Despierta de una vez por todas! –Dijo Leo tomándose la confianza de tambalearle la cabeza. –No ha sido para tanto…Bueno…Sí, pero déjalo ya. –No lo estaba arreglando, precisamente.
-Está ido, -dijo Liam, -me cuesta creer que haya recibido un golpe así delante de todo el mundo. Tiene que haberle hecho algo a Valeria ayer muy fuerte y de lo que no nos hemos enterado. –Concluyó acertadamente.
-Pero, fíjate bien, tiene una expresión ida. Parece que esta tal Valeria le ha herido el orgullo, y no precisamente por haberlo golpeado delante de todos, sino más bien por otro motivo…
-Cierto, en esta chica está poniendo más atención que en ningún otro condenado por la tarjeta roja antes. Y si… -Se quedó pensativo unos momentos. -¿Crees que su especial atención en sea porque está interesado en ella?
-¡Pero qué dices! –Dijo Bryce saliendo de sus pensamientos. En verdad había estado escuchando todo el tiempo, sólo que estaba demasiado concentrado en pensar qué haría a partir de ahora. Y ya lo había decido. -¡Más quisiera la pobretona esa que yo me interesara por ella lo más mínimo! –Dijo muy indignado.
-Pues precisamente te estás tomando esta vez esto muy en serio…-Indirecta de Leo.
-¡No digas chorradas! Eso es porque está en juego NUESTRO honor, y no va a ser echado por tierra por una chusma como esa.
-Pues de honor nada, yo no tengo nada en contra de esa chica, a quién se enfrentó desde primer momento eres tú. –Se defendió Liam.
-Eso, a nosotros no nos metas. –Le apoyó Leo. –Además reconoce que te gusta esa chica. Si no, no te hubieras puesto así. –Dijo con malicia.
-Iros al carajo. –Concluyó Bryce mientras se iba de allí a la fuente de justo al lado para beber agua. Nunca mejor dicho, si te enfadas, bebe agua.
-Bah, me voy de aquí, he quedado en el Hotel Imperial con cierta secretaria… -Dijo Liam mostrando la tarjeta de la suite.
-Es casada ¿verdad? ¡De tanto jugar con fuego te vas a quemar!
-¡Estúpido! No es inmoral, mi amor por ella es puro, yo no soy como tú que cambias de chica como de ropa interior.
-Cierto, lo había olvidado, esta noche he quedado con cuatro chicas en el “Roma”. Les he dicho que vendrías tú, Aaron y Bryce. Así nos la repartimos. ¿Qué me dices?
-¡De acuerdo!
-Jajaja, si es que ¡amamos a las mujeres! –Dijeron Leo y Liam al compás, era una frase que solían repetir mucho, porque nunca se conformaban con solo una. –Hey Aaron, tú también vienes, no te escaquees como siempre. Pero Aaron no dijo nada, levantó la vista de su libro y la volvió a bajar. Y Bryce se negó porque estaba enfadado con ellos. Si es que se comportaba como un niño chico muchas veces.
-Bah, es imposible hacernos comprender por estos dos. –Dijo Liam.
-Cierto, vámonos anda, no tiendo a los chicos que todavía son vírgenes. –Terminó Leo con malicia mientras se iban los dos.
-¡Cabrones! –Fue lo más “inteligente” que se le ocurrió a Bryce.
Volviendo con Valeria.
Waaaaa, me siento genial después de haberle dado en todos los morros al desgraciado ese. ¡Ja! Creía que podía pagar a unos matones para que se aprovecharan de mí y que se quedaría tan campante sin que yo hiciera nada… ¡Pues la llevaba clara! Pues seguid, seguid lanzándome misiles, que puedo con todo. A partir de ahora, mi lema será < ¡Hace lo que queráis! Que nada puede tumbarme! >
Empecé a caminar segura y decidida a la siguiente clase. Y ocurrieron unos hechos sorprendentes. ¡Los chavales me saludaban!
-¡Buenos días Valeria! –Dijeron dos chicas que se metieron para la clase de inmediato.
-Buenos días…-No daba crédito a lo que veía.
-¡Buenos días! –Dijo un chaval que desapareció al otro lado del pasillo.
-¡Hola Valeria! –Dijo otro chico asomándose desde la puerta de otra clase. –
Impresionante. ¿Estaba soñando? Incluso pude oír de fondo cómo murmuraban “¡Qué emocionante! La he saludado sin que el G4 se diera cuenta, ¡es como una película!” ¿Pero es que me había convertido en un juego de entretenimiento para ellos para darles un poco de vidilla a sus tristes vidas? Pero seguía murmurando. “Hala, ¡te has atrevido!” “Mañana no sólo le diré hola, también intentaré intercambiar algunas palabras” “A pesar de todo, Valeria es impresionante, ¿no creéis?” “Cierto, es la única de todos que se ha atrevido a plantarle cara a ese grupo…” Decían unas voces desde dentro de un aula. No lo podía creer, era demasiado bonito para ser verdad. Me sentí muy bien. Demasiado bien, que tuve miedo de que se acabara esa sensación y volviera a tocar fondo. Pero me tomé esas palabras para reponer mi energía. Yo iba a seguir luchando.
Las clases terminaron igual de tranquilas. Iba saliendo en el descanso hacia la puerta principal para encontrarme con Alan, cuando de repente oí una música de violín. No sabría describir cómo era, sólo que transmitía nostalgia… Me asomé a la puerta y vi a Aaron, increíble. Conque era esa la melodía que iba a tocar el día que me quedé a solas con él la primera vez en el estanque… Entré en la sala, estaba tan ensimismado en la canción, que ni se dio cuenta de que estaba allí hasta que me acerqué a un metro de distancia.
-¡Oh! ¿Por qué paras? Es una melodía muy bonita. ¿De quién es? –Lo miré con cara de, lo siento por haberte interrumpido, pero veo que no captó el mensaje, me miró enfadado. –Vaya, eres increíble con el violín. –Tenía que quitarle algo de hierro al asunto. Silencio fue su respuesta. Cuando se estaba yendo dijo.
-¿Por qué montas tanto escándalo? Es totalmente normal que un hijo de familia rica sepa tocar perfectamente un instrumento o varios.
-Yo… sólo quería decirte que la tarjeta roja de esta mañana no iba para ti…sólo lo hice para no llamar la aten…
-¿A qué juegas? Te recuerdo que por muy cafres que puedan llegar a ser, son mi hermano y mis amigos. –Dijo volviéndose hacia mí. Su expresión era muy fría.
-¡Eres muy injusto! ¡No sabes lo que he pasado por su culpa! ¡Toda la universidad se ha vuelto en mi contra! Yo sólo quería decirles que no iban conseguir echarme de aquí por mucho que lo intentaran. ¡Y quería hacerte saber que no tengo nada en tu contra porque me ayudaste el otro día! –Las palabras salían espontáneamente de mi boca, casi sin pensar.
-¿Ah sí? Pues tal vez no me estarías molestando ahora si te hubiera dejado aquél día. ¿Cuál sería el gran disgusto? ¿Tu virginidad? –Dijo mientras se daba la vuelta para irse. Qué manera tan fría y sin escrúpulos de hablar era esa…
-¡Si estás molesto por algo no lo pagues conmigo! ¡Yo no estoy atosigando a nadie! ¡Ya ni demostrar agradecimientos por ser feliz se puede!
-¿¡Ah sí!? Pues es la primera vez que soy el mensajero de la felicidad desde que estoy aquí. –Respondió mientras se alejaba por el pasillo.
Era extraño, pero por muy borde que me había contestado, no me sentía mal. Es más, me sentía afortunada por poder disfrutar de su presencia aunque solo fuesen unos momentos y bastante extraños. ¿Me estaba volviendo loca o masoquista? No lo sabía con exactitud, pero sí estaba segura de una cosa. De que Aaron Domioyi tenía un aura especial que me atraía mucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario