Capítulo 16: Tratamiento para el pelo
Un gran escalofrío me recorrió desde la punta de los pies hasta el cuello. Intenté arrancarla con la mano antes de que nadie se diese cuenta. Pero era tarde. Todo el mundo estaba a mí alrededor, esperando como buitres a ver de quién era la taquilla del nuevo juguete de la Uni. Empezaron a murmurar. <Pobrecilla, con lo mona que es>. < ¿Tendremos piedad por ser una mujer?>. <No, seguro que no aguanta mucho>. < ¿Qué es lo que habrá hecho? Bryce se veía realmente enfadado el otro día>. <Seguro que se lo merece>. <No le perdonaremos ni una. Nadie se mete con nuestro G4>. Dejé de escuchar. No podía seguir oyendo sus comentarios. Busqué a Shelby entre la multitud. Estaba detrás de dos chicas. La llamé. Me miró preocupada y se marchó. Me dejó allí. Sola ante el peligro. No me lo podía creer. Y todo esto era por ella. Karem tenía razón. No debí fiarme de ella.
-Con que esta es la amistad de la clase baja. Que gran amistad la vuestra entonces.- Era Bryce. Cuando me giré, encontré al G4 por completo. Parecía que estuviesen esperando mi llegada.
-¿Cuánto crees que aguantará esta chica?- Dijo Liam como si estuviese hablando de los más normal del mundo. –Yo le doy una semana, máximo.
-Cinco días. –Comentó Leo como si nada. Como si estuviese jugando a un juego de apuestas. -¿Y tú Aaron?
-Quien sabe… No es un asunto cualquiera…-¿Y qué se supone que tenía que entender por eso?
No es posible. No es posible. Sí, sí que es posible. Es más, lo está siendo ahora mismo. ¡Espabilada!
-Sois despreciables. Ojalá os parta un rayo. –No estaba arreglando las cosas. Pero ¿acaso tenían ya solución? Estaban todos como vampiros sanguinarios sedientos de sangre fresca. Ya por mucho que hiciera porque me “perdonasen”, tal y como me dijo Shelby, hacía mucho tiempo que no ponían una tarjeta roja, así que estaban todos deseando que llegara esta momento para desquitarse con un pobre inocente. –No, mejor, ojalá que le rayo cure vuestras malas conexiones neuronales, porque sólo unos retrasados podrían hacer esto. –Me estaba quedando muy a gusto, pero ¿valía la pena este pequeño momento de satisfacción?
-Es un espíritu fuere, así que…-dijo Liam.
-¿Por qué no vemos cuánto le podemos hacer pasar?-Continuó Leo.
-No te creas que nos echaremos atrás porque seas una mujer. –Concluyó Bryce con una sonrisa diabólica. Aaron no dijo nada. Simplemente se limitó a observar.
Se fueron los cuatro, y detrás de ellos, el resto de cúmulo de gente.
Me quedé sola. Pero no me quedé más sola que la una. Porque estaba acompañada por mi “maldición”. Debería irme a casa y desaparecer de esto maldito lugar. Sin embargo, entré a clase. Había un gran silencio siniestro. Tocaba prácticas de urgencias con el muñeco de simulación, en España era uno para toda la clase, aquí en esta universidad era uno por cada alumno. Y el mío había desaparecido… Ese gran silencie siniestro desapareció por un momento, se escuchó por un momento un objeto cortando el aire hasta llegar a mi mejilla. Sentí un líquido chorreando cara abajo. Olía muy mal. Lo supe al momento. Me habían lanzado un huevo podrido. ¿Ya lo tenían preparado y todo? ¿Es que acaso sabían ya que me iban a poner una tarjeta roja?
-Jajaja, mirad su cara. –Dijo la voz número 1.
-Este no es lugar para la gente pobre como tú. –Dijo la voz número 2.
-A ver si te queda claro que no te queremos por aquí. –Dijo la voz número 3.
-Lárgate ya. –Repitió la voz número 1.
No llores Valeria. No llores. No les des ese gusto. En ese momento entró el profesor a la clase. Le dije al profesor que mi muñeco había desaparecido. Simplemente se limitó a decir que me buscara la vida y encontrara uno. Ni siquiera se paró a fijarse en mi cara manchada de huevo. Salí de allí, me dirigí al cuarto de baño para lavarme el pelo. Pero en el camino salieron a mi encuentro cuatro chavales. No quería pensar que me estaban siguiendo. Pero era así. Uno se adelantó y llegó hasta a mí.
-Tú. Espera. ¿Adónde te crees que vas? –Dijo el primero.
-Y a ti que te importa. Déjame en paz. –Oh oh. Se interpuso en mi camino.
-Vaya con la chica. Así que es de las duras de pelar… Pero vamos a hacer algo por ti. -¿Algo? ¿Acaso iban a dejarme marchar? No, no lo creo. –A cambio de que nos hagas ciertos favorcitos… No haremos nada en tu contra para echarte de aquí. –Dijo poniendo cara de interesante.
-¡Y un cuerno! No me infravalores niño rico, ni en un millón de años dejaría a ningún tipo que no me quiera que me pusiera un dedo encima. –Estaba MUY MUY indignada.
-Si te echas atrás, nos harás el favor por las fuerzas y no haremos nada a cambio por ti. –Esto estaba pasando de marrón oscuro a negro.
-A ver chaval, ¿eres retrasado o qué? A ti lo del cuerno y él ni en un millón de años no te ha quedado claro, ¿verdad? Ni se te ocurra ponerme una mano encima. –Pero sabía yo que no le había quedado claro. No me refería a que no quería que lo hiciese. Me refería a que no le DEJARÍA que lo hiciese. Por eso le di un puñetazo con todas mis fuerzas cuando se acercó a mí. Y salí a correr.
-¡COGEDLA! ¡QUE NO ESCAPE! –Esto era real de verdad. Me estaban persiguiendo en la propia Uni para violarme. Pero di 10 pasos y me cogieron por la trenza. Maldición. Caí al suelo y se echaron sobre mí.
-¡Genial! ¡La tenemos! ¡Echadla al suelo! –Gritó uno.
-¡Aaaaaaaah! ¡No me toquéis desgraciados! –Uno puso sus rodillas sobre mi espalda. Otro me sostenía las piernas mientras otro más me tapaba la boca. Estaba inmóvil. No podía hacer nada. Pero ¡qué diantres! Vale que aquí nadie hiciera nada por nadie. Pero de ahí a dejar que sometan a una chica en el mismísimo pasillo, hay un gran trecho. ¿No?
-¿Qué estáis haciendo? –Dijo una voz monótona a que venía desde arriba.
-¡Aaron Domioyi! –Gritaron sorprendidos los chavales. ¿Aaron Domioyi? ¿En serio? ¿El que no está interesado en los problemas de los demás había intervenido en mi ayuda? Porque iba a ayudarme, ¿no?
-A-aron, no-no la pagues con nosotros, Bryce nos pagó para hacer esto. –Dijo uno de los chavales muy muy asustado. Bien, ahí, que se joda. Que pase miedo al igual que yo lo había pasado.
-Dejadla marchar ahora mismo. –Dijo sin ningún tono de voz. ¿Pero este hombre no sentía ni padecía?
-Pero…-respondió otro. No creo que se fueran a negarse porque Bryce les había pagado o porque les daba más miedo… Aaron era un miembro del G4 de todas formas.
-He dicho que la dejéis marchar. –Ahora sí puso un tono de voz que dejaba ver irritación, enfado, ira.
Y se fueron los cuatro tipos corriendo sin rechistar.
-¿Eso que tienes en el pelo es huevo podrido? –Dijo cambiando de tema, como si preguntara la cosa más natural del mundo y como si no hubiera pasado nada antes. ¿En serio estaba pasando eso? Era totalmente absurdo que me preguntara eso después de salvarme de una violación. -¿Te has hecho algún tratamiento para el pelo?
-Muy gracioso el chiste ¡eh! Siento no saber exteriorizar mi gracia. Porque por dentro me estoy partiendo de la risa. –Dije mientras me incorporaba. Fue lo primero que se me ocurrió contestar a eso. De cualquier modo, aunque fuera un engreído, me sentía muy agradecida con él.
-Jajaja, que graciosa. Nadie me había respondido así nunca. – :$ Su sonrisa era preciosa. Mi guardia bajó por un momento. Pero no, ¡sube guardia sube!
-¿Por qué me has ayudado? ¿No decías que no te interesaban los problemas ajenos?–Me puse seria. Aparte de ese momento extraño, seguía tensa por lo que acababa de ocurrir.
-Y lo mantengo. No te equivoques. Lo he hecho porque no me gustan estas cosas. –Y volvió la cabeza para mirar a otro lado. Era realmente atractivo. No sé cómo decirlo. Pero tenía un algo. Un algo que me incitaba a querer más de él, aunque me despreciara… -De ahí a permitir que unos tipos sometan a una chica, hay un gran trecho. ¿No crees? –Y dijo eso volviendo la cara hacia mí. Vaya, había pensado lo mismo que yo antes. Al parecer la conexión mental la tenía también con Aaron.
-De cualquier forma. Gracias. –Dije mientras me iba al cuarto de baño para retirarme mi “tratamiento” para el pelo.
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