Capítulo 56: Exclusiva en
InTouch
En la consciencia de mi inconsciencia,
escuchaba una voz que me llamaba. La podía oír con total calidad, como un sutil
susurro en el oído. Sin embargo, no lo era. Nada más lejos de la realidad.
Sonaba angustiada, mucho, como nunca antes la había escuchado. Cada sílaba que
pronunciaba esperando sin éxito una respuesta por mi parte era una cruel
tortura. Lo notaba a pesar de no poder despertar. Quería responder, quería
decirle que no se preocupara, que estaba bien, que no había nada que temer. Lo
deseaba con toda mi alma. Porque su sufrimiento era mi sufrimiento. Era como
una escalofriante pesadilla. Saber que estás dormido, ser consciente de todo lo
que pasa a tu alrededor, del dolor que causa tu estado a los demás, y no poder
hacer nada por evitarlo. ¿Así se siente la gente en coma? No quería ni
imaginármelo. Porque querer y no poder dar mucha impotencia
Empecé a llorar desconsoladamente… Irónico.
No podía hablar pero si llorar. Una ansiedad fatal inundaba todo mi ser. ¿Por
qué no podía despertar para calmar su dolor? Podía escuchar mi llantina a pesar
de que sólo era capaz de ver una infinita nada. Me volvió a golpear una nueva
ola de rabia. De pronto sentí que me incorporaban y me abrazaban con dulzura y
delicadeza. Unos brazos me rodearon y unas manos empezaron a recorrerme la
espalda nerviosamente mientras nos balanceábamos en un intento de aproximación.
Seguía llorando sin parar, no podía evitarlo, pero mi alma ya estaba en paz. Su
voz, sus palabras, él. Me decían que no me preocupara, que todo estaba bien,
que no había nada que temer.
Poco a poco volví al estado consciente. Ya
no lloraba, sólo se me escapaban algunas lágrimas sin motivo. Ya todo estaba
bien, no tenía por qué preocuparme, no había nada que temer. Bryce, que me
estaba abrazando fuertemente contra sí, me lo había dicho. Estábamos sentados e
el suelo. Yo temblaba. Había recordado todo lo que había pasado hace unos
instantes. TODO. Peto a pesar del sofocón, que seguía en mi cuerpo invadiendo
todos mis actos involuntarios, no tenía miedo. Levanté mis brazos y rodeé con
ellos la espalda de Bryce. Eran muchas veces en las que había sentido unas
ganas irrefrenables por abrazarlo y tenía que ser así, en estas condiciones y
por estos motivos. Por fin pude ver. Al principio estaba todo borroso, pero con
apreciar medianamente su rostro, para mi era suficiente por ese momento. Verlo
de nuevo me puso muy sensible.
-¡Oh Bryce! ¡No sabes cuánto temía que te
pasara algo! –Dije ocultando mi cara en su pecho, era demasiado alto para
apoyar mi barbilla en su hombro.
-¡me has dado un susto de muerte! ¡No
vuelvas a hacerlo más! ¡Creía que te habías… -Y no terminó la frase. Lo que
imaginaba que iba a decir a continuación debía causarle un dolor tal, que sólo
de pensarlo, su sistema cerebral de no auto-provocarse daño entró en acción
para olvidar aquella idea.
Fue ahí cuando me di cuenta de que Bryce en
ningún momento había temido por él, sino por mí. Y también fue ahí cuando me di
cuenta de que yo tampoco había temido en ningún momento por mí, sino por él.
Sus manos cesaron su recorrido por mi espalda y me acercó más a él en un
profundo abrazo. Me rodeaba por completo y aun así podía llegar a tocarse los
codos con las manos. Supe entonces cuánto temía perderme.
-¿Qué ha pasado con aquél tipo? –Dije
buscándolo con la mirada después de cinco minutos en los que no pude pensar.
Habíamos estado todo ese tiempo abrazados sin decir nada, en el suelo, sin
pensar, sólo sintiéndonos, él a mí, yo a él. Aquel momento era sencillamente
perfecto. Nada sobraba, nada nos perturbaba. Ni el lugar ni lo que había
pasado. Solos él y yo.
-Cuando te disparó, antes de reaccionar, mi
cuerpo actuó solo. Me abalancé sobre él y le asesté el golpe del corazón. No
podrá despertarse en varios días. –Entonces lo vi, estaba tendido e el suelo,
bocabajo, inmóvil, al lado de la máquina de tickets. Me estremecí. No por el
tipo, que también, sino porque cuando Bryce dijo que me disparó, fui consciente
de las señales que mandaba mi cuerpo. Tenía la mejilla abrasada, quemada y
palpitante. Me llevé de un sobresalto los dedos a la cara, pero Bryce me lo impidió.
Fue más rápido que yo.
-No te toques o se infectará. –Dijo
mirándome con ternura. En profunda calma y tranquilidad. Como si se hubiese
quedado sin fuerzas al comprobar que me encontraba bien y estaba sana y salva.
Los efectos que te produce la adrenalina cuando te abandona. –Ahora que sé que
estás bien, amos a ir a que te curen la herida. Ha estado cerca. –Nos mirábamos
directamente a los ojos.
Me recogió el pelo en la oreja del lado
donde había tocado mi cara la bala. El izquierdo. Realmente estuvo muy cerca.
Me acarició la mejilla por alrededor de la zona quemada. El mero contacto con
su piel calmaba el dolor física sorprendentemente. Me estremecí otra vez.
Lentamente iba dándome cuenta de cosas, y en ese momento fue de su olor.
-Menos mal que alargué la vara de metal en un acto reflejo –comenzó a
hablar mirándome entornando los ojos y recorriendo con ternura mi cara con sus
dedos. Cerré los ojos. –Creo que eso desvió la bala el milímetro justo para no
darte… Y pensar que fue cuestión de suerte… –Y abrí los ojos. Vi la vara en el
suelo, a su lado, tenía una muesca limpia en la afilada cuchilla. Reluciente,
recién hecha. Si la hoja hubiera sido más gruesa, incluso podría haberme visto
reflejada en la muesca. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Bryce con su
otra mano me cubrió toda la mejilla derecha y me dirigió la cabeza con cuidado
para encontrarse con mi irada. Con las dos manos empezó a secarme las lágrimas,
que todavía no se habían secado. –Te he recuperado hace demasiado poco tiempo como
para perderte tan pronto. –Miraba sus labios moverse mientras pronunciaba eso.
Quería besarlos. Necesitaba besarlos. Y una vez más recorrió con su pulgar el
camino de mis lágrimas. Comenzó a aproximarse lentamente. Cerrando los ojos en
el trayecto de la distancia que nos separaba, cada vez más pequeña. Yo cerré
los míos también. Pronto comencé a notar su aliento cayendo sobre mi nariz. ¿Mi
nariz? Me besó en los ojos con amor. Por un momento me desilusioné. Mis labios
reclamaban los suyos. Pero también fui muy feliz. Aquello había sido
sencillamente perfecto y único. –Había olvidado el sabor de las emociones.
–Dijo levantándose del suelo sin soltarme de la mano y llevándose un dedo con
al otra a los labios. Meditativo, había saboreado el gusto de mis saladas
lágrimas. Me ayudó a levantarme y lo
hice.
-¿Cuándo fue la última vez que lloraste?
–Sí, era una pregunta indiscreta y fuera de lugar, pero se me había ocurrido y
quería hacérsela. Pero en el justo momento en que se giró a mirarme aparecieron
los guardas de seguridad del parking. A buena hora.
-¡¿Qué han estado haciendo todo este
tiempo? ¿Es que no prestan atención a las cámaras de seguridad? ¿O la oscuridad
del sótano les impedía ver lo que estaba pasando a través de ellas? –Bryce
hablaba elevando la voz. Estaba muy indignado, dolido, molesto y alterado.
-¡Podría haber muerto! –Dijo señalándome a mí.
Los guardias se disculparon diciendo que no
se dieron cuenta. Bryce les echó otra bronca y la cosa quedó en que ellos se
encargarían del tipo. Que ya habían llamado a la policía y que venía en camino.
Todo estaba grabado en las cámaras de seguridad, que sería usado como prueba
incriminatoria para acusar al tipo. Pregunté si por casualidad no tenían un botiquín en la
oficina de los guardas. No, no tenían. Cosa que no me extrañó. Pero lo que sí
lo hizo fue cuando Bryce dijo que él tenía uno en su coche. La respuesta cuando
le pregunté que por qué tenía uno fue que se metía demasiado en líos como para
no llevarlo. Me reí ligeramente, tenía razón. Fue él el que me curó la cara. Se
empeñó en hacerlo él mismo. Yo no volví a discutírselo. Estaba encantada. Con
especial habilidad me limpió con agua oxigenada la zona de la herida y me la
vendó. Incluyendo la del cuello. Aquella aguda raja que me daba escalofríos mover.
Sin embargo, Bryce lo hizo con un cuidado especial, que ni lo sentí apenas.
-Es una herida profunda. Se ha comido mucha
carne. Espero que no te quede una cicatriz. –Dijo dejando caer los ojos
totalmente desanimado y sintiéndose culpable. No podía permitir verlo así un
segundo más.
-¡No pasa nada! ¡Así cada vez que me mire
al espejo me acordaré de que, por muy chunga que sea la situación, siempre
consigo salir victoriosa! –Dije poniendo los brazos en jarra y obligándome a mí
misma a no desanimarme por eso. –Dentro de todo lo malo siempre hay algo bueno,
la cuestión es encontrarlo. –Sonreí amigablemente. Bryce se me quedó mirando
con los ojos muy abiertos. Alargó la mano y me revolvió el pelo cariñosamente
para taparme la cara con unos mechones.
-No digas eso o sino será entonces cuando
todas las desgracias posibles te sucedan. Ya te he dicho que no tientes a tu
suerte. De esta te has escapado por pura chiripa. Una milésima de segundo más
tarde o un milímetro más separado y estarías ahora dentro de una bolsa. –Dijo
de camino al maletero para guardar el botiquín de urgencias. Ahora bromeaba.
Sí, ahora todo parecía un chiste. Una anécdota más para la lista. Pero antes no
podía ni imaginárselo. No podía evitar no ser así, y yo no podía evitar que me
gustase.
-¡Nah! Como mucho con el rostro tapado por
un pañuelo y tú llorando o vengando mi muerte. Porque hasta que no llegase la
ambulancia, nada de bolsa. –Dije yo también bromeando sobre el tema. Es
gracioso, pero se puede hacer un chiste prácticamente de todo.
-Jajaja. ¡Las cosas que tienes! Pues
seguramente estaría agradeciendo haberme librado de mi trabajo de
guardaespaldas a tiempo completo. ¡Siempre atrayendo problemas! No sé como lo
haces. –Y se apoyó sobre el capó de su coche tras guardar el botiquín en el
maletero. Yo estaba colocada frente a él. Me fijé en que los guardas de
seguridad, que estaban intentando reanimar al atracador sin éxito, nos miraban
raro. Como si bromear sobre mi situación al borde de la muerte nos convirtiera
en locos de remates. Y en realidad no nos convertía, lo exteriorizaba. Me hizo
gracia.
-Sí, sí, tú dirás eso. Pero primero, que te
encanta sacarme de ellos, y segundo, que la mayoría son por tu culpa. ¡Guapo!
–Y me crucé de brazos para expresar que no cambiaría de opinión. Bryce me miró
consternado, exagerando sus gestos faciales para mostrar desacuerdo e
indignación. –Seguro que mi vida sería más pacífica si por caprichos del
destino no hubiera estado justo en el sitio y la hora del atropello aquel
hombre en la carrera de coches. Así tú no te habrías fijado en mí ni yo en ti.
–Y exageré el tono de voz para que supiera que bromeaba. Adoraba aquel momento
en que nuestros caminos se cruzaron.
-Mira, guapa –empezó hablando con retintín.
Imitando mi forma de hablar de antes. –Primero, tu vida no sería más pacífica,
sería más aburrida. Segundo, yo no me habría fijado en ti, pero tú en mí sí. Es
imposible no hacerlo. –Decía mientras hablaba escondiendo una sonrisa que se
descubría en su mueca torcida hacia un lado. –Y tercero, nuestros destinos ya
estaban unidos mucho antes de ese día. –Y torció una pícara sonrisa. Había
hablado con la misma chulería de sobrado de siempre, pero ahora eso empezaba a
gustarme, y mucho.
Los guardias de seguridad se acercaron tras
haberse rendido en el intento fallido de reanimación al atracador. Nos dijeron
que no nos preocupáramos, que podíamos irnos y que podíamos poner la denuncia
en otro momento. No teníamos que esperar a la ambulancia porque ya no la
necesitábamos. Y así hicimos. Quedamos en ir mañana a la comisaría de policías,
sin hora, cuando pudiéramos. Nos montamos en el coche dirección casa de Ashley
y hasta que no me vi fuera de aquel siniestro lugar no me quedé tranquila.
-Valeria, esto está muy triste así. Parece
que nos haya pasado algo muy grave. –Dijo Bryce tras un minuto escuchando una
odiosa canción en la radio. Era insufrible. No la conocía y hubiera preferido
seguir ignorando su existencia. No tenía estribillo, era una continua y
aburrida monotonía. –Pon el volumen a tope con otra emisora. –Y me señaló dónde
cambiar.
Casualmente encontré la canción “Ironic de
Alanis Morisette” comenzando a sonar. Irónico… Estaba en remix. Miré a Bryce y
con un asentimiento de cabeza le dio el visto bueno. Condujimos escuchando la
radio a todo volumen. Aquello no era contaminación acústica, aquello era un
arma contra la salud colateral. En poco tiempo estábamos pulsando el timbre de
la mansión de Ashley para que nos abriera las rejas y pasar dentro con el
coche. Llegamos demasiado pronto para mi gusto. Miré la hora. Las ocho y media…
¿Llegaba treinta minutos tarde y no llamaban para saber cómo estaba? Para qué
dije nada, en ese momento comenzó a sonarme el móvil. Era mi madre… Estábamos
entrando con el coche en el camino pavimentado del gigantesco jardín de la casa
de Ashley me estaba perdiendo las vistas.
-¿Sí mamá? –Dije al descolgar. Intenté
camuflar la voz para que no se me notara que llamaba en muy mal momento.
-Valeria, ¿por qué no llamas nunca?
¡Siempre soy yo la que lo hace! Has acabado los exámenes y no me has llamado
siquiera para decirme cómo te han ido. Ay que ver que siempre tengo que ser yo
la que esté pendiente. –Por eso mismo no tenía ganas de hablar, porque tendría
que contarle toda la historia… Puse los ojos en blanco, Bryce me miró y se rio.
Claro, él nunca ha pasado por eso. Debía ser nuevo para él.
-Porque no los he acabado hoy todos. Me
queda el de las prácticas. No pude hacerlo por un problemilla que surgió. Es
una larga historia, ya te contaré cuando nos veamos. –Dichoso trío… Como mi
madre no se olvide de preguntar por eso, voy a tener que contárselo y aguantar
su excesiva y asfixiante preocupación en meses.
-Bueno, ¿entonces cuando vas a venir a
casa? Porque mañana no podrás, ¿no? –Preguntó desilusionada.
-No. Seguramente vaya el lunes, cuando
acabe el examen. Espero que me lo haga ese día. –Y cambié de tema rápidamente
tras ver un fugaz brillo en los ojos de Bryce ¿Qué había pensado? -¿Y papá,
Alex y el abuelo? –Esperaba que no me quedara muy descarado, o al menos que
funcionara.
-Ahí sentados los tres en el sofá. Hoy hay
partido de béisbol. Ya sabes que no hay quien los mueva de ahí hasta el
descanso.
-Bueno, ya te mando un mensaje para decirte
lo que hago cuando lo sepa. Un beso mamá. Salúdalos de mi parte. –Y tras
repetirme varias veces que no me olvidara de informarle, que no dejara pasar lo
del examen, que es importante y demás cosas que ya sabía que tenía que hacer.
Colgué. Cuando fui consciente de lo que había a mi alrededor, ya estábamos en
la puerta de la casa. Bryce apagó el motor del coche y se me quedó mirando. La
música seguía encendida, pero mas baja, había bajado el volumen cuando llegamos
a la casa.
-¿No vas a despedirte de mí antes de
entrar? –Dijo tras un tiempo de silencio en el que no sabíamos qué hacer. Ahora
entendí por qué me miraba tanto… Me quedé sin saber qué hacer. Vacilé un
momento y hablé.
-Claro, gracias por traerme. Ya hablaremos
para lo de la denuncia. –Se lo solté con total frescura. Quería ver su
reacción. En ningún momento pensé en despedirme así.
-¿Eso es lo que le dices al chico que te ha
salvado la vida? –Se le veía divertido con la situación. Sabía que estaba
bromeando. Levantó las cejas y me miró sonriente.
-Sacarme de apuros está ya sobrevalorado. Vas
a tener que acostumbrarte si quieres pasar tiempo conmigo. –Lo desafié
divertida. Incluso adquirí una posición “guay”. Para hacerme la interesante.
Apoyé el brazo derecho en el salpicadero.
-Como suponía. Imagino que viene el pack
completo. –Y en ese momento escuché unos cuchicheos. Miré hacia atrás y me vi
arriba de las escaleras de la entrada a Karem y Ashley en pijamas murmurando
sobre nosotros. Me corté de vergüenza.
-Nos están mirando. –Dije girándome
lentamente y encogiéndome en el asiento.
-Y yo esperándote. –Respondió inflexible.
No sabía qué hacer. Ashley me salvó. Llamó a la ventanilla del coche y Bryce se
la bajó pulsando un botón.
-Habéis tardado mucho. Estábamos
preocupadas por vosotros. ¿Os ha pasado algo? –Ashley hablaba con esa
cautivadora voz suya de siempre. Ni las sirenas del viaje de Ulises atraían
tanto. Bryce y yo nos miramos y empezamos a reírnos sarcásticamente. Sin parar.
-¡Oh! ¿Qué te ha pasado en la cara y en el cuello Valeria? –Se horrorizó por un
momento.
-Jajaja. ¡Nada fuera de lo normal! Casi me
ahogo en el estanque del patio, tres chicas me tendieron una trampa y estuve a
nada de ser expulsada de la universidad, Bryce me ha salvado la vida cuando
estuve a punto de recibir un disparo y nada más… ¡Ah sí! ¡Hemos alquilado dos
películas! –Dije por fin al calmarme un poco. Bryce seguía riéndose todavía
contagiosamente. Como se dice en mi pueblo… se estaba descojonando.
-Creo que tenéis muchas cosas que contarme,
-respondió Ashley divertida por la situación. Se le había contagiado la risa
pegajosa de Bryce. Yo también me estaba riendo. Era lo más bello que había
escuchado nunca. –Anda, quédate a cenar Bryce. Es una fiesta de pijamas pero
creo que todas queremos que te quedes. –Dijo Ashley guiñándome un ojo. Me dio
un vuelvo el corazón. ¿Se olería algo? Espera… ¿olerse el qué? Si no hay nada
entre los dos…
-Vale, vale, voy a aparcando el coche. –Es
que es tan distinto de Aaron… Seguro que él habría dicho que si molestaba o
algo… Y él a la primera ya se apuntaba. Era un cara dura. Y me encantaba.
Cuando salimos del coche a Bryce le quedaba
todavía un eco de risa. No dijimos nada desde entonces. Entramos en la
gigantesca mansión blanca y llena de enormes ventanales que llegaban del suelo
al techo y caminamos hasta el salón. No era como estos de los ricos que tienen
el comedor aparte del salón. Era un salón comedor muy acogedor, eso sí, por
todo lo alto. La decoración era exquisita, de muebles en un tono muy claro de
madera. Objetos decorativos azules y rosas repartidos por toda la habitación en
perfecto conjunto. Las sillas y el mantel eran blancos. El gigantesco sofá de
infinitas rayas en colores pastel. Y no tenía tele… tenía pantalla de cine que
aparecía y desaparecía con sólo pulsar un botón. Las cortinas eran blancas y
sedosas. Los ventanales ocupaban toda la pared. Cuadros de paisajes. Suelo de
mármol. Alfombra azul bajo la mesa baja del té... ¿Se puede enamorar una
persona de una habitación? Era sencilla y espectacular.
-Imagino que querréis ducharos antes de
comer. Voy a pedir que os lo preparen. –Nos ofreció Ashley saliendo por la
puerta sin ni siquiera esperar nuestra respuesta. Yo dejé la mochila en el
suelo al lado del sofá, tal vez no era el mejor sitio, pero estaba tan
encandilada por el salón, que no podía ni pensar dónde era el adecuado.
Chica lista esta Ashley no preguntarme, yo
por no abusar habría dicho que no importaba, ahora si me lo imponía no tenía
otro remedio. Bryce se sentó tan pancho en el sofá en la esquina con reposa
pies, Karem volvió a la mesa donde había frutos secos, que los habrían estado
comiendo esperándonos y yo me quedé de pie observando anonada aquella
maravillosa habitación. Era más grande que mi casa al completo. Mucho más. Me
estuve fijando en cada minúsculo detalle. Estaba todo en tan perfecta armonía
que no podía parar de admirarlo. Era una obra de arte.
-¿Qué te ha pasado en la cara y en el
cuello Valeria? –Me preguntó Karem extrañada. A penas la escuché. Seguía
inmersa en mi mundo.
-Es una historia larga. Ya te lo contaré
durante la cena. –Dije sin dejar de observar ni un momento un detalle de la
habitación. –No te preocupes, todo está bien.
-Ya están los baños listos. –Fueron las
palabras amables de Ashley las que me sacaron del ensimismamiento. No sabía
cuánto tiempo había pasado observando aquella habitación. Ella estaba apoyada
en el marco de la puerta mirándome divertida. -¿Te gusta Valeria? –Y clavé los
ojos en ellas.
-Sí, me encanta todo. Es preciosa.
-Estábamos hablando de la habitación, ¿no? Que a lo mejor en mi desconexión
había empezado un tema sobre otra cosa…
-¿A cuál de todos voy yo? –Dijo Bryce.
Cuando me di cuenta, ya estaba pasando por mi lado dirección al pasillo. Estaba
a sus anchas, vamos. Y me encantaba ver que después de tanto tiempo separados
la relación siguiera igual de estrecha. Eso es la amistad, claro.
-El del ala norte. Quiero que Valeria
pruebe el de hidromasaje. –Y Ashley me miró sonriente. Yo no supe como mirarla.
Ya había probado los chorros de agua a propulsión del jacuzzi de Alan. Y me
enamoré de ellos. Casi pongo cara de obsesa al pensar que iba a probarlos de
nuevo.
-¡Espero no quedarme dormida con el poder
relajante de los chorros de agua! –Empecé a reírme. Me imaginé muriendo ahogada
escurriéndome dentro del agua en la bañera, dormida por el hidromasaje.
-Si necesitas que alguien esté allí contigo
vigilando que no te pase eso… -Empezó hablando Bryce para dejar la frase en el
aire. Ahora él también estaba apoyado en el marco de la puerta clavando los
ojos en mí.
-No gracias Bryce, no necesito que estés
allí. –La respuesta la di en plan borde. Acompañada también de una expresión
cortante sonrisa falsa que se nota que es falsa.
-¿Quién ha dicho que fuera a estar yo? Más
quisieras tú guapa. –Respondió en su típico tono de sobrado y creído. –Será
ilusa… -Y echó a andar sin darme tiempo a responder. Me guiñó un ojo y me lanzó
un beso al aire como para quitarle importancia al desplante que me había hecho.
Teniendo en cuenta que yo le había hecho otro y que lo decía de broma, no me
molestó. No sé cuando empezaron a encantarme estas peleas cariñosas con él.
-Bueno, ¿y dónde está mi baño? –Dije para
evitar las miradas insinuantes de Karem y Ashley. Se olían que algo había entre
los dos. Me puse nerviosa.
-Yo te acompaño. –Dijo Karem. Ya sabía yo
para qué era… En cuanto nos alejamos unos metros de la puerta, me asaltó.
-¡Tienes que contármelo todo! ¿Ya habéis
hecho las paces? ¿Volvéis a salir juntos o estáis como amigos mientras os dais
un tiempo? –Hablaba muy rápido por la emoción. Se la veía encantada con esta
nueva situación. Yo me quedé bloqueada.
-Pues hemos decidido empezar de cero. Como
si nada malo hubiese ocurrido. Sin rencores. Y no sé exactamente definir que es
lo que tenemos. Imagino que estamos en una relación en la que nos estamos
conociendo. Por decirlo de algún modo. –Me paré a hablar. No me gusta hacerlo
andando. Veía el brillo en los ojos de Karem. Que de pronto dio un gritito y me
echó las manos al cuello para abrazarme.
-¡¡¡¡Aah!!!! ¡No sabes cuánto me alegro de
que esté todo bien! –Se me colgó del cuello dando saltos de alegría. Pero en su
euforia percibí una preocupación. Me soltó y me miró. –No te lo pregunté la
otra vez en la tienda porque no era el caso… ¿Pero qué sientes por Aaron? –Buena
pregunta. Muy buena.
-Aaron es un amor platónico. Un ser
perfecto e inalcanzable. Un amigo al que quiero mucho. Sí, me gusta, pero él
está enamorado de Ashley y… -Karem me cortó antes de continuar con algo que no
sabía que decir.
-Para, para, para. –Se puso seria en un
momento. -Espera, vamos a entrar en el cuarto de baño para tener más
privacidad. Y seguimos andando en silencio y a toda prisa hasta llegar al baño.
Si no hubiera sido porque me sentó en la taza del wáter y me obligó a mirarla a
los ojos, habría estado observando hipnotizada el lugar. Era espectacular en lo
poco que me dio tiempo de ver. -¿Tú no estarás saliendo con Bryce para olvidar
a Aaron? ¿Verdad? –Hablaba bajito y preocupada. Estaba de pie, con los brazos
cruzados frente a mí. Esa pregunta me molestó.
-Karem, estoy con Bryce porque me gusta
estar con él. No le encuentro explicación pero él tiempo que estuve sin él
sabiendo que estábamos mal, mi vida era una verdadera tortura. Sí, mis
sentimientos por Aaron no han cambiado... Pero Bryce es mi debilidad. –Era
irónico, pero empecé a aclarar el rebujo de sensaciones que había en mí en ese
mismo momento. No había pensado antes sobre lo que sentía por cada uno.
Realmente me ayudaban las charlas con Karem.
-Oh dios… Te gustan los dos… -Y se puso en
cuclillas para echarse las manos en la cabeza. Yo la miraba sin saber qué
decir.
-¡Eso es una locura! ¡No se puede estar
enamorada de dos personas a la vez! ¡Es impensable! –Intentaba convencerme a mí
misma también. No, tenía razón. No tenía lógica poder querer a dos chicos a la vez.
-No, no lo es. Valeria, sólo te digo que
espero que esta segunda oportunidad que te estás dando con Bryce, salga bien.
Tú lo quieres. Lo sé. Pude comprobarlo en las tres semanas que estuviste
peleada con él. Estabas sin vida. Sin ganas de vivir. Eso no te pasó con Aaron
cuando te enteraste que Ashley era el amor de su infancia. Yo lo dejo ahí. Pero
intenta que sufra el menos número de gente posible. –Y otra vez no tenía ni
idea de qué decir. Ella se agachó a abrazarme de nuevo. Y yo pasé mis brazos por
sus hombros. Nos llevamos así un rato. Intentándonos transmitir fuerza
mutuamente.
-Que disfrutes del baño. –Dijo Karem cuando
se incorporó. Me guiñó un ojo y salió. –Y no te quedes dormida. –Entró de nuevo
sólo para decirme eso. Me sacó la lengua y yo también a ella. Así ahora se
quedaba dormida mi prima la del pueblo… Con el cacao mental que tenía en la
cabeza por su charla…
Me puse la radio para desconectar, que por
cierto, venía incluida en el gigantesco jacuzzi, el cuál era como una piscina
interna, pues estaba incrustado en el suelo. El agua caliente me golpeaba
delicadamente la espalda. La música surtió efecto, pues dejé la mente
totalmente en blanco aquel tiempo que pasé en el paraíso acuático. Las losas de
las paredes y el suelo eran color miel y marrón. Formando un dibujo muy
relajante. Tenía el pelo recogido en un moño en lo alto de la cabeza, no podía
perder tiempo lavándomelo. Prefería pasarlo relajándome en aquel sitio, aunque
me moría de ganas por bucear. Sí, tenía espacio para hacerlo y todo. Me daba
pena por el derroche de agua, pero por una vez no iba a pasar nada. Imagino que
Ashley usa la ducha o la bañera, con lo ocupada que está siempre, no me la
imagino llenando aquello para tardar poco tiempo.
Me dio pena salir de aquella especie de
fuente termal y volví a entrar. Hasta ese momento no fui consciente. ¡Había
acabado! Mi sufrimiento por no poder estar con Bryce. Ahora estábamos mejor que
nunca. Las clases, ahora podría aprovechar las vacaciones a tope. Mis
problemas… Me inundó una sensación de satisfacción. Empecé a quedarme dormida,
y me di cuenta de ello. Así que salí a toda velocidad y empecé a secarme para
que no me ganaran de nuevo las ganas de estar allí dentro con los chorros
calientes de agua. El espejo de la pared parecía el de un gimnasio. Era
inmenso. Me envolví en la toalla y empecé a buscar mi ropa. El uniforme estaba
doblado sobre un mueble del baño y un pijama prestado también. ¿Había estado
eso ahí desde el principio? Lo acababa de ver ahora. Me lo puse y salí en babuchas
prestadas también.
Estaba totalmente perdida. No tenía ni idea
de cómo volver al salón-comedor. De pronto me vi perdida en un laberinto de
pasillos y puertas cerradas. Estaba a oscuras dando vueltas sin saber donde
estaba nada. Sí, me parecía bien para ahorrar energía, pero eso no me ayudaba.
Me puse a murmurar bajito el nombre de Ashley. Si ella no venía, por lo menos
algún empleado de la casa o cualquiera persona que pudiera ayudarme. ¿Y si
pensaban que estaba espiando? Empecé a ponerme nerviosa, y eso que era sólo
porque no sabía llegar al salón… Metí el turbo y al girar en una esquina del
pasillo me choqué con alguien. No necesitaba verlo para saber quién era. Sólo
una persona podía oler así.
-Vaya, qué lanzada. Iba a buscarte pero no
sabía que te me abalanzarías tan pronto. –Dijo con su sonrisa torcida de
pícaro. Di un paso hacia atrás para ganar espacio personal.
-Y yo no tampoco sabía que podías vivir tan
poco tiempo sin mí. –Y le levanté las cejas vacilona. Él puso los ojos en
blanco.
-Me apuesto lo que sea a que estabas
perdida. Si es que no te puedo dejar sola… -Y movió la cabeza de un lado a otro
a modo de reproche.
-Sí, eso va a ser, que no sé que hacer para
que vengas en mi busca. –Exageré el tono irónico. Y poniéndole una mano en el
brazo y haciendo un poco de fuerza, lo giré y lo puse de espaldas a mí. –Anda,
llévame ya al salón, que estoy oliendo a comida y tengo hambre. –Y le di dos
palmaditas en la espalda. Empezó a reírse en silencio, lo notaba por el
movimiento de su tronco.
-Nunca dejas de sorprenderme. –Fue lo
último que dijo hasta que entramos. Otra vez las miraditas cómplices. ¡Me
ponían de los nervios! Apostaba lo que sea a que fueron ellas las que le
dijeron a Bryce que viniera en mi busca. Eso no podía haber salido de él.
Estuvimos comiendo muy animadamente. La
conversación iba sobre el día de hoy. Ashley estaba totalmente indignada con la
trampa que me había tendido el trío tra-tra-tra. Su cara lo mostraba y sus
palabras lo demostraban. Karem no se sorprendió. Ya estaba al tanto de las
andadas de esas tres. Pero sí le mosqueó mucho. Bryce estuvo todo el rato de la
cena como ido. Se le veía cansado y con sueño. Llevaba puesto un pijama de un
diseño muy fino. ¿Sería también prestado? Vaya gusto exquisito tiene esta
chica. La conversación se tornó más divertida cuando empezamos a hablar del
parquin.
-¡Debisteis haber visto la cara de horror
de Valeria cuando el tipo la agarró por el cuello con el metal cortante! –Ahora
sí se animó Bryce a participar. Tal vez le dolía recordar que había fallado en
intentar ayudarme en el despacho del decano. Pero esta oportunidad de lucirse
le gustaba. Él y yo éramos los protagonistas en la conversación. Karem y Ashley
nos miraban muy interesadas.
-Sin embargo tú estabas muy serio.
Inexpresivo. ¡A saber lo que estabas pensando en ese momento! ¿Lo ataco con mi
patada mortal o le asesto un gancho en la cara? En ningún caso le habría dado
tiempo a reaccionar antes de que le llegara el golpe. –Sí, éramos cuatro en la
mesa. La tele estaba puesta y nadie le prestaba atención. Yo sólo podía mirar a
Bryce.
-Pues sí, tienes razón. Ni se habría dado
cuenta. Pero estaba en peligro algo muy importante. Y no podía jugármela.
–Todas nos quedamos expectantes, esperando que aclarara a qué se refería.
Pensaba que diría mi nombre, pero no fue así. –Mi reputación. -¡ZAS! Nunca
puedo dar nada por hecho con este chico. Nunca se saber por donde va a escapar.
-¡Jajaja! ¡No me pongas esa cara! –Dijo mirándome y riéndose escandalosamente.
–¡Narcisista egocéntrica! –Y le dirigí una mirada asesina.
-No te lo tomes a mal Valeria, él es así.
Le cuesta reconocer las cosas. –Y Ashley le dirigió una mirada condescendiente
cual madre a su hijo. –Bueno, qué pasó a continuación. –Preguntó curiosa.
-Algo de lo que el tipo se arrepentirá toda
su vida. El tipo intentó besar a Valeria y ella lo mordió. ¡Si vieras cómo le
sangraba el labio! Por un momento pensé que ella solita se las bastaba. –Bryce
continuó hablando como si nada. Y yo también. Ashley tenía razón. Además, yo
era otra cabezona que no reconoce las cosas.
-¡Un tipo con una palito de metal iba a
venirme a mí! ¡A mí! ¡Yo que me he enfrentado a toda la Uni! ¡Inocente!
¡Jajaja! –Exageré mi tono de voz.
-¡Cierto! –Dijo Bryce. Y todos empezamos a
reírnos. Parecía mentira que ahora pudiéramos estar haciendo chistes sobre eso.
En aquella época era simplemente impensable. Nunca podría haber imaginado, en
ninguno de los universos paralelos, una situación como esta ahora. Él, Ashley,
Karem y yo cenando plácidamente. –Al final a Bryce se le encendió la vena
asesina, se le echó encima, lo obligó a disculparse y cuando lo liberó al creer
que todo había acabado. Boom. En un visto y no visto yo estaba inconsciente en
el suelo. –Le ponía incluso el tono adecuado para dar más suspense y emoción al
asunto.
-Y tú estás estudiando medicina… si en las
situaciones en las que hay que guardar la calma para tenerlo todo controlado te
desmayas… -Ea, ya Bryce soltó la puya. Me miró desafiante.
-Habló, el que casi se echa a llorar al ver
que no respondía a sus dolorosos lamentos. –Lo miré victoriosa. Se quedó
cortado sin saber qué decir. Esta la había ganado yo.
-Bueno, bueno, chicos. –Dijo Ashley para
empezar un nuevo tema de conversación. –Tengo que daros una noticia. Pensaba
reuniros a todos el próximo viernes 23 para comunicaros una noticia. –Todos nos
quedamos mirándola curiosos. ¿De qué se trataba para tener que reunirnos a
todos? Ashley nos puede sorprender con cualquier cosa, desde que quiere adoptar
a algún niño necesitado o que se va a de misionera. Karem intercambió una
mirada que no pude determinar con Ashley. Como si ella debiera saberlo con
prioridad sobre otros.
-¿No nos puedes dar un adelanto? –Adelantó Bryce.
Karem y yo seguíamos mirándola sin saber qué decir.
-Bueno, es sobre una decisión que he tomado
y me gustaría que supierais. –Lo sabía. Sabía que iba a ser algo de su futuro. -¿Puedo
contar con vuestra presencia? –Acabó sonriente intentando evitar el tema de sonsaque. En fin, no íbamos a sacarle
nada, sólo tocaba esperar.
-Sí, conmigo sí. Estaré esta semana en
Oakville con mi familia. Puedo venir el viernes.
-Oh, si no puedes no te preocupes, tampoco
es tan importante, es sólo que me hace ilusión que seáis los primeros en
saberlo. –Sentía que tuviera que desplazarme solo por ella. Para mí no era
ningún problema.
-Tranquila, de verdad, si lo hago es porque
no me es ningún inconveniente. En serio. –Muchas gracias. –Y Ashley sonrió
amablemente. Se sintió aliviada. Karem seguía mirándola raro. Bryce habló.
-Bueno chicas, yo ya he cenado. Muy bueno
todo Ashley, díselo a Mikaela. -¿Mikaela era la cocinera? ¿Y se sabía el
nombre? –Me voy a mi cuarto y os dejo que comencéis la fiesta. No quiero que me
despertéis. –Dijo levantándose y colocando la silla en su sitio. Nos miró a
todas a modo de despedida y se quedó parado en mí. Él de pie y yo sentada,
tenía que romperme el cuello para verle la cara. –No te vayas mañana sin mí.
Que te conozco. –Dijo más serio de lo normal. No esperaba que dijera eso. ¿A
qué venía?
-Pero tengo que levantarme temprano para
trabajar. –No era una excusa para no irme con él. Es que me daba apuro que
hiciera ese sacrificio por mí. Que sí, que era sólo levantarse temprano, pero
no me gusta que la gente haga cosas por mí.
–No importa, me despiertas. –Respondió secante.
Vaya, estaba en sus treces. Bueno, si tanto lo deseaba, no iba a negárselo.
-Bueno, bueno, como quieras. Hasta mañana. –Dije
todavía sorprendida, con los ojos muy abiertos por el imprevisto. Ya empezaba a
dolerme el cuello de mirar hacia arriba tanto.
-Buenas noches. –Dijo finalmente antes de
darse la vuelta para irse. Seguía serio. Se puso raro desde que no respondió a
mi comentario. ¿Le habría molestado? No lo hice con mala intención… Nos miramos
las tres con cara de, ¿qué hacemos ahora? A mí el impulso que me salió fue el
de recoger los platos. Me levanté y empecé a cogerlos.
-No, no, déjalo Valeria, mañana se
encargarán las asistentas de recogerlos. ¿Vemos mejor la peli ya? –Y Ashley me
invitó a parar colocándome cariñosamente sus manos en mi antebrazo. La miré.
-Ah, va. Pues voy a enseñaros las
películas. La tengo en la mochila. -Y me dirigí al sofá para cogerla.
Las pelis estaban dentro. Desvié la vista
sin querer y vi entre un montón de revistas que estaban sobre la mesa algo que
captó mi atención. Cogí la revista, pues tenía varias debajo y la saqué. La sostuve
en mis manos y no pude decir nada más. No pude reaccionar. No pude pensar. Sólo
podía observar y observar. Estaba bloqueada por completo. Eso no podía estar
ocurriendo. No a mí. Empezó a temblarme el pulso. Empecé a temblar. Empezó a
girar todo a mi alrededor. Me volví a repetir a mí misma que eso debía ser un
error. Pero no, no lo era. Lo que estaba viendo con mis propios ojos era la
pura verdad.
-¿Qué ocurre? - Karem tuvo que interrumpir
mi bloqueo. ¿Cuánto tiempo me había llevado mirando esa portada sin reaccionar?
El resto del mundo desapareció en el momento en el que vi aquello.
-Lo que están viendo mis ojos es una
creación de mi mente… ¿verdad? -Seguía sin aceptarlo. Al menos comprobé que no
había perdido por completo el habla. Karem se colocó de rodillas en el sofá a
mi lado y miró hacia donde apuntaban mis pupilas.
-¿En serio lo ves ahora después de haberlo
sacado hace tres semanas? Lleva colgada de una chincheta en la tienda de ropas
desde entonces. Al principio pensaba que no querías comentarme nada, pero como
veía que tus problemas eran por él y que no veía mejora por saber esa noticia,
pensé que en verdad no la habías visto. Pues te habría alegrado. –Karem hablaba,
pero la escuchaba como si estuviera lejos de mí. –Pues si que estabas
gravemente preocupada… –Ella hablaba como si tal cosa, como si fuera lo más
normal del mundo. Allí lo raro no era lo que decía la revista, no era que no me
hubiera dado cuenta… Valientemente…
Debía estar alucinando… Algo tendrían que
haberme echado en la comida de este mediodía… ¿Yeso? ¿Pintura? ¿Setas
alucinógenas tal vez? Eso debía ser… ¿Qué es más lógico en mi vida? ¿Qué me
vaya bien o mal? Evidentemente lo segundo, por tanto, la serie de sucesos hoy
acontecidos en los que se acababan mis problemas era lo realmente inventado por
mi mente por la acción de esas sustancias…
-Y no, no es imaginación tuya ni creación
de tu mente, estás viendo una portada de una de las revistas más importantes del
país en la que salís Bryce y tú como su PRIMERA posible pareja como exclusiva
en InTouch. –Karem dio punto y final a mis dudas. Sí, lo que estaba viendo era
real. Me costaba creerlo, pero era cierto. Comencé a leer, lentamente,
analizando cada palabra.
“¿Bryce Domioyi enamorado?” Ese era el
titular de la portada, las letras más grandes y visibles que más espacio
ocupaban… Estupendo… Cuánto me alegro… Salían dos fotos. Una en Central Park,
paseando conmigo el día en que él se pasó seis horas y medias esperándome bajo
la nieva y por eso se acatarró. La otra era del día siguiente, cuando
aparecemos los dos sentados en el portal de mi bloque de pisos esperando a que
vinieran a recogerlo. Al parecer nos siguieron los paparazzi… Mierda. Aunque no
pude evitar fijarme en lo guapo que salía Bryce. Sonreí al verlo como la boba
más grande sobre la faz de la tierra. Se veía tan espectacular a mí lado. Él,
que podría ser el modelo más cotizado del mundo o el Míster Universo más
atractivo del mundo, conmigo, la chica más corriente del planeta. Mundo
extraño. Era tan desproporcionada la diferencia… Me dejé de pamplinas y abrí la
página donde trataban más a fondo la noticia. Había más fotos de los dos, las
dos de los mismos dos días pero distintos momentos.
“El
problemático hijo de la familia Domioyi, del cuál llevamos unos años sin saber
nada acerca de su vida amorosa, alejado para siempre de los clubes nocturnos,
ha sido visto por primera vez con una chica la cual creemos que se puede tratar
de una compañera de universidad. Al parecer, el joven llevaba horas esperándola
bajo la nieve, dieron por fin un paseo por Central Park y tras una discusión se
separaron. Fueron después vistos por la mañana en el portal de un edificio de
West 99th Street. Los característicos rasgos de la chica, tales como
la rizada mata de pelo pelirroja más la dirección de su casa y uniforme han
permitido su rápido reconocimiento. Se trata de Valeria Spinoza y es una
estudiante becaria de origen español…” Ahí dejé de leer… No sé que me impactó más, si ver que Bryce
antes era de clubs nocturnos, que todo EEUU junto con mi Uni incluida sepan de
nuestra relación o que me hayan identificado con nombres y apellidos… ¿Y si
Bryce es todavía virgen… ¿qué hacía en esos clubes nocturnos? Creo que quedaba
claro que era lo que más me molestaba…
De cualquier modo, me entró un escalofrío
que me recorrió todo el cuerpo. Era un mal presagio. De pronto sentí que esa
noticia en el periódico no iba a traerme nada nuevo… Ahora entendía por qué las
tres esas me habían vuelto a tener otra trampa, estaban dolidas por lo de la
revista. ¿Y cómo es que no me he enterado de nada en la Uni? ¿Ni rumores? ¿Ni
cuchicheos? Bueno sí, había estado viviendo demasiado tiempo en mi cabeza aquellas
tres semanas que pasé sin Bryce. No prestaba atención al mundo exterior y Karem
me lo había corroborado… Pero ¿ni siquiera alguna descarada que viniera a
preguntarme a mí directamente a la cara? Y me acordé de Leo y Liam. Hoy se
quedaron muy callados y me cambiaron de tema rápidamente cuando dije la broma
de esconderme en mi búnker porque era famosa y salía en las revistas… ¡¡ELLOS
LO SABÍAN Y NO ME LO HABÍAN DICHO TAMPOCO!! ¡Ni Aaron! ¿Por qué no me había
enterado?
Fuera lo que fuera, esta dichosa exclusiva
en InTouch iba a traerme muchos problemas.