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Refranero

miércoles, 13 de febrero de 2013

Recuerdos



La vida pasa acelerada ante nuestros ojos. Las preocupaciones ocupan nuestra mente a diario. Cuando no es una cosa, es otra. Y así sucesivamente. No puedes permitirte el lujo de ocupar tu mente en otros asuntos, porque cuando no tienes la ocupada, te ocupas en dejarla descansar.
¿Pero cuándo pensamos en los recuerdos? No nos olvidamos de ellos, siguen en algún lugar perdido de nuestra ocupada mente. De lo que nos olvidamos, es de recordar.
Y sin previo aviso, en el momento más inesperado, ¡PLAF! Ves una foto, un vídeo, un comentario, un flash en tu mente, algo que te hace seguir un hilo de pensamientos hasta llegar al...recuerdo. De repente te encuentras recordando. Sin haberte preparado antes emocionalmente a la corriente de sensaciones que ha empezado a invadirte.
No me refiero a recuerdos dolorosos, hablo de cosas que pasaron una vez y que no volverán a pasar otra. Y no estoy hablando de que no vuelva a ocurrir exactamente lo mismo, tal cual, no, hablo de que se vuelva a dar ese contexto en el que ocurrieron. Hablo de que se repitan todas las condiciones que rodeaban el momento para que vuelva a ser igual de especial. Que tal vez no fuera especial justo cuando estaba ocurriendo, pero pasan los días, meses, años... y descubrirte anhelándolo con todas tus ganas.
Los recuerdos son como objetos de coleccionista, cuanto más tiempo pasa y más difíciles de conseguir son, más valor adquieren. Con la triste diferencia de que el objeto de coleccionista se puede conseguir, un recuerdo sólo se podrá revivir en la progresivamente peor memoria de la persona.
También es un recuerdo el rememorar cómo te sentías en cierta época de tu vida. Y también puedes llegar a olvidar como han ido evolucionando los sentimientos que sentías al recordar cierto momento. Recordar es todo un proceso, pasa por distintas etapas depende de como te pille el día o el contexto de tu vida diaria en ese momento. En un principio puedes recordar con tristeza, después con anhelo, luego con alegría, y finalmente otra vez con tristeza. Tristeza por no poder recuperarlo, no volver a vivirlo, no poder ofrecerle a esa vivencia nada mejor que el título de recuerdo y un hueco en tu abarrotada mente.
Y sí, hablo ahora de los buenos recuerdos irrecuperables.
Pero... ¿y los malos qué? ¿qué pasa con ellos? ¿no se merecen un rinconcito en tu memoria? Un día te entristeces por darte cuenta de que no recuerdas lo suficiente, que la vida se te escapa de las manos sin darte cuenta y que no puedes hacer nada para impedirlo. Un día eres consciente de que el pasado es cada vez más grande, el presente cada vez más pasajero y el futuro cada vez más pequeño. Y ese día, con tal de recuperar una pequeña parte de ti, de tu vida, de lo que fuiste, te alegras de rememorar incluso los malos recuerdos. Porque... quedan ya tan lejanos, que pasan de la categoría de <prohibido recordar> a la de <buenas anécdotas> o <buen aprendizaje>. Todo el mundo se ha encontrado a sí mismo sonriendo sin darse cuenta al recordar cómo era en aquella oscura época o mal momento, y cómo son las cosas ahora. Los recuerdos son tu línea del tiempo.
Hayan sido un error o no, son las cosas que recuerdas las que te han hecho como eres ahora. Porque las cosas que no recuerdas, esos días que pasaban lentos pero que al mirar atrás te parecieron increíblemente veloces, esa rutina que te mantenía la mente ocupada con preocupaciones, que si no era una cosa, era otra... no te define. Eso, de justo eso, nos acordaremos, pero no lo recordaremos. Porque no es lo mismo recordar que acordarse. El primero lleva incluidos todos los subjetivos e impredecibles sentimientos que un ser humano puede sentir, el segundo es sólo la capacidad intelectual de traer algo a tu consciente.
Son los grandes y pequeños momentos los que nos han ido puliendo, como las olas a la roca, y a los que nos debemos por ser lo que somos ahora.
Por eso... qué más da que nos avergoncemos por recordar algo o que nos ponga de mala leche. Qué más da que nos pongamos melancólicos o de buen humor. Que nos alegren el día o nos lo destrocen para lo que queda. Son recuerdos, sin más, sin categorías, sin etiquetas. Ni buenos ni malos.
Son sólo recuerdos.
Los únicos que pueden ser tus mejores amigos o tus peores enemigos. Los que tienen el poder de darte la energía y la fuerza para luchar cada día y que además son también los que pueden destruirte poco a poco, consumiéndote por dentro, corroyéndote lentamente. Gente que se prohíbe recordar, gente aterrada por el olvido, gente obligándose a olvidar... Personas viviendo a base de recuerdos y personas viviendo a base de no recordar.
Hagamos cosas que merezcan la pena, que recordemos y de las que no nos tengamos que acordar. Creemos muchos recuerdos. Una vida rica en recuerdos, es una vida vivida y no un periodo de tiempo en el que nos encargamos de mantenernos vivos. 

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