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Refranero

jueves, 8 de diciembre de 2011

Capítulo 8: Bellota

Capítulo 8: Bellota
Eran ya las 7.30 Me encontraba en el metro de camino a la Uni. Me había equivocado, para no variar, una vez más: aquí en EEUU amanece sobre las 7. La otra vez que me había equivocado fue en tirar por otra calle para esquivar a los chavales que estaban saliendo de la discoteca armando jaleo. Esos chavales era el G3. Y los había esquivado para encontrarme con los otros tipos… Muy bien Valeria, una opción muy acertada. La próxima vez fíjate mejor antes de hacer juicios rápidos.

No había desayunado. Y el comedor de la Uni era súper caro. Me dejé un pastón en comer el primer día de clases allí. La comida estaba realmente deliciosa, pero con mi economía, era comer allí o pagar las facturas. Y creo que por ahora prefería el agua caliente y la luz. Inocente de mí, como no pensé que le comedor de una universidad de privada de élite no iba a tener comida de élite… Así que pensé que cuando me bajara en la parada, me compraría algún bocadillo prefabricado en alguna tienda, ya que no es costumbre aquí que te los hagan en las panaderías. Una de las cosas que echaba de menos que tiene España.

Llegué por fin a la Uni, justo a tiempo para el comienzo de las clases. Increíble. Acababa de vivir el mayor trauma de mi vida por partida doble, y no desconecté a penas durante las clases. Oh oh, a lo mejor era que sí estaba traumada de verdad, nunca antes había prestado tanta atención a una clase, por muy interesante fuera. Bueno, mientras el trauma cambiara mi forma de actuar a beneficio mío, era bien recibido.

A la hora de comer, me puse a buscar a Shelby. Tampoco es que tuviera que buscar mucho, sabía que iba a estar en el comedor, como todo el mundo en la universidad ¿dónde iba a comer si no? ¿Iba a traerse un bocadillo de su casa teniendo dinero para comer comida exquisita en el comedor? La respuesta es no. Aclaro entonces que lo de que me puse a buscarla es sólo que es una manera de hablar. Ella y yo sólo coincidimos en las clases de Histología General, Documentación y Terminología Médica y en Bioestadística, y me había encargado de mirar el horaria a conciencia, y nunca coincidíamos en la hora anterior a la de comer. Creo en el fondo que el destino no quería me juntara con ella. Llegué al comedor, me puse a buscarla y estaba sentada en una mesa completa. No había sitio para mí, que por sentarme con ella y más chicas, pensaba comprarme la bebida en el bar para así estar allí lícitamente. Le hice una señal desde lo lejos para que me viese, y miró hacia donde yo estaba. Y cuando dijo que miró hacia donde yo estaba, me refiero que sólo miró donde yo estaba, no me miró a mí. Sus ojos me miraron como se mira un cristal, es decir, no lo mira, lo traspasa para ver a través. Ya podía decir que me habían atravesado con la mirada, literalmente.

Total, de todas formas, no sé ni por qué la había llamado, no iba a ponerla en el compromiso de dejar a sus amigas por la nueva allegada desconocida. Y tampoco iba a ponerme a mí misma en el compromiso de pasarlo mal si prefería quedare con ellas. Así que decidí no tomármelo muy enserio. Se había sentado con ellas porque había salido muy temprano de clase y se había dado la ocasión así o yo había salido muy tarde de la mía. Decidí entonces salir al jardín de la Uni con intención de perderme en él. Y aunque no hubiera llevado intención, me hubiera perdido igualmente. Era enorme, gigante, inmenso. En conocía parques más pequeños que aquél jardín. Casualmente encontré un estanque con peces. El agua era súper clara. Cómo se nota que había dinero, nunca había conocido un estanque de peces con agua cristalina. Aquí si tenían dinero para pagar una limpieza frecuente. En la orilla había piedras de estas típicas de río, que están erosionadas y son muy muy suaves. Así que me senté en ellas sin riesgo de mancharme con la tierra. Abrí mi bocadillo y empecé a comer. Se podían escuchar hasta pájaros y ¡oh! ¡ARDILLAS! ¡ARDILLAS! ¡ARDILLAS EVERYWHERE! ¡Qué emoción! Sólo las había visto por la tele. Ardillas de las típicas americanas estas que salen en la tele. Pensaba que ya no existían. Como los yankees estos se lo cargan todo…

Una se me acercó tanto que podía acariciarla con sólo alargar el brazo. Le di un poco de pan de mi bocata. Lo soltó tan rápido como lo había cogido para probarlo. Inteligentes las ardillas estas, sabían diferenciar entre pan bueno y pan seco sin sabor de bocadillo prefabricado. ¿O era una ardilla de la high-class cómo todo lo que había en este campus? Tiro más para lo segundo. Porque cuando me decidí por fin a alargar el brazo para tocarla aun con el riesgo de ahuyentarla, efectivamente se ahuyentó. Hasta el bicho ese me rechazaba. Tsss que triste. En fin. Me puse a engullir el bocadillo, no quería ni saborearlo. Me había puesto de mala leche y tenía que pagarlo con algo, y lo más cerca que tenía ahora era mi gusto. Si yo me jodía, él se jodería conmigo. Aunque realmente creo que le estaba haciendo un favor, era preferible quitarse el hambre con el trozo de ladrillo ese que tenía por bocata, que disfrutarlo mientras lo comía. Tsss más triste todavía. Yo no servía ni para fastidiar a conciencia.

Y mientras comía, siguiendo uno de mis hilos de pensamientos de esos que se me ocurren, me di cuenta de una cosa. No había llorado cuando me vi rodeada de aquellos tipos que querían violarme y sí lo hice al salir de la comisaría con mis expectativas frustradas. Estaba empezando asustarme de mí misma. ¿Había descubierto que era masoquista y en el fondo de mi cerebro quería ser violada y por eso no había llorado porque no me hubiera dado pena de ello? Bueno, decidí tomármelo como el trauma que he cogido que me hace prestar atención en clase, mientras no me llevara a golpearme a mí misma para causarme dolor, arrojarme al medio de la carretera en una calle abarrotada de coches o saltar desde un edificio, todo estaba bien.

Había decidido convertir este lugar como mi fuente para reponer energías. Se veía tan puro y limpio, alejado de la contaminación y ruido de la ciudad. Además nadie venía aquí, todo el mundo estaba demasiado ocupado con el G4 como para disfrutar de la armonía de la naturaleza, aunque fuera creada artificialmente, y aunque las ardillas se creyeran superiores a mí y despreciaran mi buena fe como si fuera una bellota pocha.

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